Programa 1x14
Oleada OVNI en Brasil.
Operacion Plato
WWW.ELFACTORENIGMA.COM
1x13 Evento Tunguska. Enigma en Siberia.
1x12 Rendlesham Forest. OVNIS y militares
1x11 Los OVNIS en la sierra de Madrid
1x10 Los curiosos fuegos de Laroya
1x09 El extraño caso del cabo Valdés
1x08 Las luces de Lubbock
Nuevo elemento
1x07 Crímenes rituales: El exorcismo del Albaicín
1x06 El monstruo de Flatwoods - Hipótesis Feschino
1x05 Las apariciones de Garabandal
1x04 Conspiración y fantasmas en el hotel Corona de Aragón
1x03 "El Ente" ¿Qué hay de cierto?
1x02 Luces, humanoides e infiltrados. Caso Conil.
1x01 El encuentro del vuelo IB-249
HISTÓRICO DE PROGRAMAS
1x14 Oleada OVNI en Brasil. Operacion Plato
¡Hola, qué tal! ¡Muchas gracias por volver a visitarme! Como siempre te doy la bienvenida a este pequeño rincón, donde entre libros, documentos, legajos, y cajones llenos de pruebas y objetos asombrosos, repaso junto a ti los más misteriosos sucesos. No sé por qué tenía el presentimiento de que ibas a venir, y he decidido rescatar para ti una historia de lo más interesante. En un principio estuve pensando si la última vez que viniste hablamos del mismo tema o no, pero luego pensé que daba igual. Siempre es buen momento para hablar de OVNIS. Y más cuando se trata de un expediente tan documentado y amplio como este. No en vano, no todos los días una serie de encuentros con no identificados, da lugar a que un gobierno despliegue al ejército por varios estados ante una avalancha de misteriosos ataques a sus pobladores. Un gobierno, una dictadura militar que, a mi corto entender sobre asuntos políticos, tendría como todas, cosas malas, pero que, en cuestión de fenómenos aéreos extraños, fue de los primeros en disponer de una división específicamente dedicada a la investigación de los Objetos Aéreos No Identificados. La SIOANI. Bien es cierto que esta división fue oficialmente disuelta antes de que tuviesen lugar los hechos que nos traen aquí hoy, pero deja entrever que el interés de las fuerzas armadas por el tema era real. Tengamos en cuenta que ese país es uno de los que más, y más espectacular historia OVNI atesora, con muchos de los casos por excelencia. Hoy más que de un caso, vamos a hablar de una verdadera oleada. Una oleada muy particular, pues se trata de un gran número de encuentros, que además de compartir la ubicación geográfica y que sucedieron en un plazo de tiempo bastante delimitado, presentan en común el detalle de que esos OVNIS atacaban a la población hasta el punto de obligar a intervenir al ejército. No son extrañas, dentro de la casuística clásica, las experiencias de encuentros en los que el testigo, por una cosa o por otra, acaba mal parado. Pero se escapa a lo habitual que esas agresiones se repitan por decirlo de alguna manera, al por mayor, aterrando a los habitantes de una amplia región. Dejando decenas de víctimas con unas lesiones que casi podríamos achacar al ataque de un vampiro, debido a lo cual el fenómeno fue localmente denominado como "chupa chupa". Como quizá hayas desvelado por las pistas que te he ido dando, vamos a viajar a Brasil. Y me gustaría que no tuvieras en cuenta mi poco don de lenguas a la hora de reproducir nombres de lugares o personas en portugués o brasileño. Y dicho esto, aunque por aquella tierra sea más típico el café, no quiero perder mi costumbre de pedirte que tomes asiento y te acomodes mientras te preparo una taza de té caliente para que lo disfrutes mientras te llevo a repasar los encuentros ovni de la oleada de 1977 y la denominada "operación plato". ¿Alguna vez has pensado en el significado de la palabra grandiosidad? Te daré, quizá, el mejor ejemplo que te pueda dar: El Amazonas. Con sus 7062 kilómetros de longitud ha sido confirmado como el río más largo del mundo. Con una cuenca hidrográfica de casi 7 millones y medio de kilómetros cuadrados y una caudal medio de 225 mil metros cúbicos por segundo, contiene él solito la quinta parte del agua dulce en estado líquido del planeta. Más que el Nilo, el Yangtsé y el Misisipi juntos. Tiene más de 1000 afluentes, de los que 25 miden más de 1000 kilómetros. Sólo en sus aguas cohabitan 3000 especies distintas de peces. Y la selva que lo rodea, la Amazonía, cada vez más esquilmada, se ha venido a llamar "el pulmón del planeta" Curiosamente no podemos hablar de grandes puentes porque sobre él no se ha construido ninguno. Y sólo en 2011 se inauguró el primero en su principal afluente, el Río Negro, un puente atirantado de más de 3 kilómetros y medio de largo. Pero sí que podemos hablar de grandes islas. Pues en su desembocadura se encuentra la isla de Marajó. La más grande isla marítimo-fluvial del mundo. Con nada más y nada menos que 50.000 kilómetros cuadrados. Algo más que toda la Comunidad de Aragón. Pues bien, aunque el Amazonas está lleno de misterios de cabo a rabo, vamos a centrarnos en este último tramo. El de la desembocadura en el atlántico. Una desembocadura que según como midamos, puede ser de 15 kilómetros o de 200, si contemplamos solo el canal del rio amazonas propiamente dicho, o todo el entramado de furos y ríos que se forman en su estuario. Y por supuesto, si hablamos de entramado de furos y ríos, deberíamos hablar de las múltiples islas que se forman rodeadas por estos. Pues bien, en principio hoy íbamos a hablar de una de estas islas en el estado brasileño de Pará. En la bahía de Marajó, siguiendo la costa hacia el noreste desde la ciudad de Belén, llegamos a un trozo de tierra de unos 250 kilómetros cuadrados., desgajado del resto por el Furo da Laura, un rio que ronda los 150 metros de ancho. Se trata de la Isla de Colares, habitada actualmente por unas 12000 personas, dispersas en varios núcleos formados por humildes casas, algunos pequeños negocios y muchas iglesias. Un lugar donde hoy la vida transcurre sin prisa, y que a finales de los 70, cuando ni siquiera estaban generalizados los aparatos de radio o televisión, la gente se dedicaba a pescar, cazar, plantar en su pequeño trozo de tierra robado a la selva, y cuidar a sus pocos animales. Esta isla fue considerada el epicentro de los hechos que te voy a relatar. De hecho, cuando pensé en hablarte de esta oleada mi idea era hablar de "la oleada de la isla de Colares" Pero viendo lo que he podido averiguar tras mis pesquisas, estos sucesos se extendieron mucho más allá, tanto geográfica como temporalmente, así que yo he preferido llamarlo "la oleada OVNI de Brasil de 1977" Desde mucho tiempo atrás, y hasta hoy en día, en muchos lugares de Brasil, han sido habituales los avistamientos de extraños objetos y luces en los cielos. Quizá antiguamente vinculados a entidades mitológicas o sobrenaturales, como barcos fantasmas, serpientes voladoras gigantes, y desde hace 60 años, a medida que se iba expandiendo el concepto ufológico, vinculadas al fenómeno OVNI, y en mucho casos, dentro de este, explicados con la denominada "hipótesis extraterrestre". En el país existían casos previos de agresiones e incluso muertes vinculadas a luces extrañas, como la de Joao Prestes, en 1946. Pero el caso de la Isla del Cangrejo en el estado de Maranhão, que tuvo lugar en abril de 1977, puede ser considerado el escopetazo de salida de esta oleada, que, además, podríamos decir que fue avanzando, siguiendo el mapa hacia el noroeste Brasil. Este caso, que fue muy estudiado por el investigador estadounidense Bob Pratt tuvo lugar cuando tres hermanos, José, Apolinario y Firminio, junto con un primo llamado Auleriano, acudieron en un barco desde San Luis de Maranhão a la denominada Isla del Cangrejo. En medio de la bahía de San Marcos se alza este paraje aislado, pantanoso, lleno de mosquitos y con fama de maldito. A la isla de 40 Kilómetros de largo por 11 de ancho y surcada de arroyos, solo se va a pescar cangrejos y recolectar madera. Y este era precisamente el objetivo de los cuatro protagonistas. Llegaron a la isla a primera hora de la tarde del 26 de abril aprovechando la pleamar para adentrarse en la isla por uno de los arroyos que se hacían navegables cuando subía la marea. Dedicaron la tarde a recolectar la madera. Al bajar la marea había quedado encallado en el lodo y no podrían zarpar hasta la pleamar, a medianoche. Por lo que las 18 horas, al caer la tarde, dejaron el tajo y prepararon la cena. Aproximadamente a las 8 de la tarde, se dispusieron a dormir, hasta que el movimiento del barco al subir la marea les despertase, para terminar de preparar la carga y volver a San Luis. Algo ocurrió en aquellas horas. En lugar de despertarse a media noche con la marea como siempre les había ocurrido, Apolinario y Auleriano se habían despertado alrededor de las 5 de la mañana, ya con el amanecer. Auleriano tenía dolores y dificultad para moverse, así como quemaduras en las extremidades y en las escápulas que llevaba descubiertas y en una nalga, aunque en su bermuda no había ningún daño. Apolinario estaba auxiliando a Auleriano cuando escuchó gemir a Firminio. Cuando se dirigió a este, al descubrirlo lo encontró quemado, hinchado, y con los ojos cerrados. Trató de hablarle, pero no respondía. Entonces Apolinario buscó a José para pedirle ayuda, y se lo encontró frio, y ya rígido. José estaba muerto, aunque no se le apreciaban lesiones como en los otros hombres. Además, por una extraña razón que no llegaba a comprender, se habían despertado en lugares del barco que no se correspondían con en los que se habían acostado. Apolinario tuvo que esperar nuevamente hasta la pleamar de las 2 de la tarde para poder desencallar el barco. Con el cadáver de José, Firminio malherido e inconsciente dando tumbos por la bodega del barco con el embiste de las olas y Aureliano incapacitado por las quemaduras y el dolor, encaminó como pudo hasta el pequeño puerto de Itaqui, el más próximo, las velas de un barco que normalmente hacían falta tres personas para gobernar. En el puerto de Itaqui solo había dos guardias, que no pudieron prestarle ayuda. Así que tuvo que caminar 10 Kilómetros hasta San Luis, donde avisó a la policía y a Pedro, su hermano mayor. Junto a este último volvió al barco en coche ya rondando las 9 de la noche, y pudieron llevar a Firminio a un hospital, donde quedó ingresado en coma, mientras Auleriano se quedaba en el barco para no dejar solo el cuerpo de José. Cuando llegó la Policía, a la 1 de la madrugada, se levantó el cadáver y Auleriano fue a un hospital a ser tratado de sus heridas. Tras una semana en coma y un mes ingresado en el hospital, Ferminio también fue dado de alta con numerosas secuelas. Según uno de los médicos que le atendió, en un momento de delirio dijo que había fuego fuera del barco. Pero en el barco no había señales de fuego, ni de caída de rayos ni nada similar. La muerte de José fue justificada con un accidente vascular cerebral causado por hipertensión arterial como consecuencia de un choque emocional, aunque ni siquiera se hizo autopsia al cadáver. Con el tiempo, los tres supervivientes fueron sometidos a regresión hipnótica, pero ninguno de los tres logró recordar nada de lo acontecido entre el momento de acostarse y el despertar. Años más tarde, en 1986, hubo un suceso muy similar en la misma isla, pero ya no podríamos incluirlo dentro de la misma oleada. Tras el suceso de la isla del Cangrejo, el fenómeno avanzó hacia el noroeste. Entre abril y julio de 1977 se dieron multitud de casos de avistamientos entre la bahía de San marcos y el río Gurupí, que marca la frontera con el estado de Pará. Los sucesos transcurrían de forma parecida, dándose sobre todo al anochecer. Los testigos informaban de que a la caída de la noche, mientras pescaban en los ríos o cuando regresaban por los caminos hacia sus hogares, eran acosados por lo que definían como unas bolas de fuego rojizas, que en un principio se confundían con las estrellas, pero en unos segundos se precipitaban sobre las personas, quedando a cortas distancias por encima de sus cabezas. Daba la sensación, además, de que aquellos extraños objetos parecían verse atraídos por la luz, daba igual que fuese una hoguera, una linterna, o el insignificante resplandor de un cigarro. Estos testigos, después de los encuentros, solían sufrir de sensibilidad visual, cefaleas, ardor y quemaduras en la piel de las zonas expuestas a la luz y fiebre. Como te digo, son muchos los testimonios que los investigadores han ido recopilando con el tiempo, y aunque la mayoría se corresponden con lo que te acabo de describir, hay algunos que se salieron un poco del guion establecido. ¿Qué tal si te menciono un par de ellos? ----- Inacio Rodrigues y Genésio Silva estaban pescando desde su bote a la 1 de la mañana, cuando vieron una pequeña bola luminosa en el cielo, al norte. Conocedores de lo que se contaba sobre que esos objetos que se dejaban ver por la región se sentían atraídos por las luces, por pequeñas que estas fuesen, Genésio apagó el puro que estaba fumando mientras faenaba. Pero, aun así, aquel objeto debió localizarles, pues se acercó rápidamente. Los hombres, asustados, saltaron del bote al agua y se escondieron como pudieron tras unos arbustos. El objeto se continuó acercando hasta quedar a unos 100 metros de ellos. Lo que a lo lejos había sido una bola rojiza, ahora era una luz azulada muy intensa, a la que costaba mantener la mirada. Aquella luz permaneció allí hasta poco antes del amanecer, cuando se apagó repentinamente. Según los testigos, que pasaron toda la noche escondidos en los arbustos, al apagarse, en el lugar en el que había estado la luz se podía entrever una sobra, como de un objeto con forma de nevera. Cuando salió el sol, aquella sombra también desapareció, y por fin los pescadores se atrevieron a abandonar su escondite, volver al bote y regresar a sus casas. Tuvieron diarrea y malestar todo el día. ------ Se cuenta también que un buen grupo de personas trabajaban en la construcción del cercado de una granja. Como el trabajo corría prisa, continuó hasta la noche. Uno de los trabajadores fue a pescar para la cena. Y mientras estaba en ello, un objeto muy luminoso y azulado, apareció sobre su cabeza. Espantado, abandonó los aperos y corrió hacia el campamento para avisar a sus compañeros. Todos pudieron observar el extraño objeto acercándose e iluminando todo, en un radio de aproximadamente 1 kilómetro, asustando incluso al ganado que se encontraba por la zona. Al día siguiente, los trabajadores trasladaron el campamento ya que tenían miedo de pernoctar allí. Pero en el lugar de los sucesos de la noche anterior, pusieron un espantapájaros y una lámpara de queroseno y se escondieron a observar. Más tarde, el objeto reapareció y se acercó al espantapájaros. Aquello estuvo allí durante unos 45 minutos, iluminándolo todo a su alrededor. Los hombres, atemorizados, permanecieron ocultos hasta que se fue el objeto. Después, varios trabajadores no quisieron permanecer más tiempo allí y se fueron a casa. ------ Los testigos, en algún caso hablan incluso de que estos objetos luminosos emitían una energía muy potente que intentaba tirar de ellos, como absorbiéndolos o arrancándolos del suelo. Y, dicho sea de paso, parece ser que hay incluso algún caso de abducción o secuestro en la época y en la zona. El 10 de Julio, José Benedito Bogea salía de su casa en Pinheiro, a la 1 de la mañana para coger un autobús. Llevaba una linterna en la mano para iluminar el camino hasta la parada. De repente apareció sobre él una luz verdeazulada que lo acompañó durante unos 200 metros, hasta que se colocó sobre un árbol. Desde allí disparó un rayo luminoso sobre José, que perdió el conocimiento. Cuando despertó, se encontró en un extraño lugar rodeado de pequeños seres, con los que pasó unas horas, de una forma aparentemente amistosa. Luego volvió a perder el conocimiento y despertó a 80 km de Pinheiro. Unas horas después comenzó a sentir un fuerte dolor en el costado derecho. Meses después, aun se sentía mal, y necesitaba usar bastón para caminar. Por el contrario, tras el incidente, se le curaron unas cefaleas, le desaparecieron problemas de visión y le mejoró una sordera que tenía, todos estos, síntomas de una patología anterior. Ya mediado el año, más o menos por julio, el epicentro del fenómeno pasó paulatinamente al vecino estado de Pará. Colares y Vigía fueron probablemente las poblaciones más afectadas, pero el fenómeno no tuvo problema en actuar ni siquiera en la capital del estado: Belém. Por lo que veo sobre los relatos de los testigos, la descripción de los objetos que provocaban los ataques fue ligeramente modificada o afinada… Pues de bolas de fuego pasaron a ser objetos, cilíndricos, muy luminosos, que no se desplazaban en línea recta, sino formando elipses. Por otro lado, en lugar de afectar a las personas debido a su proximidad, proyectaban un extraño rayo, que atinaban a disparar con precisión incluso entre las rendijas de los endebles tejados de las casas. Alguien llegó a afirmar incluso que haz de luz llegaba a doblarse formando ángulos y curvas. Esta especie de rayo tenía la mala costumbre de alcanzar a las personas, generalmente a la altura del tórax, sobre el pecho, provocándoles inmovilidad instantánea, quemaduras, y una debilidad de la que tardaban desde días hasta años en recuperarse. Sobre la piel solían quedar, además, dos pequeñas marcas, como de pinchazos. Es posible que, por eso, a nivel popular, asemejando los efectos de estas luces con los del mito de los vampiros que chupan la sangre y la energía, comenzaron a llamar al fenómeno "chupa chupa". Quizá una de las personas que más de cerca conoció los sucesos fue Wellaide Cecim Carvalho, la joven doctora, que con 21 años, nada más terminar su carrera de medicina en la Universidad Federal de Pará, en Belém, fue destinada a la humilde unidad de salud de Colares, donde ejerció de médica y directora, teniendo en su equipo a un odontólogo, una enfermera de titulación superior y doce técnicos de enfermería. Para que nos hagamos una idea de la trayectoria de la Doctora, terminó la carrera de Medicina con la especialidad de Psiquiatría entre los primeros de su promoción, a los dos días de graduarse, en diciembre del 76, fue destinada a Colares y posteriormente llegó a ser secretaria municipal de salud en Belém y subsecretaria estatal de salud en Pará. Siempre además reciclando su formación, y trabajando simultáneamente en varias instituciones médicas. No llevaba ni un año en la isla, enfrentándose a las patologías típicas de cualquier pueblo de la Amazonia, como partos a deshoras y los ataques de mantarrayas a pescadores, cuando a finales de julio del 77 comenzaron los casos relacionados con el "chupa chupa". Ella estima que atendió a más de 80 víctimas, pero supone que debido a las condiciones de aislamiento en las que vivían gran parte de los habitantes, fuera de los núcleos poblacionales, debieron ser muchos más, que no buscaron asistencia sanitaria. Wellaide constató que las lesiones habituales eran por lo general quemaduras en la zona torácica o del cuello a un nivel lo suficientemente profundo de la piel como para destruir el folículo piloso, pero que a la vez cicatrizaban rápidamente. Una quemadura, a la hora de producirse, podía presentar el aspecto de llevar 4 o 5 días de evolución. También los casos presentaban dos perforaciones que tardaban meses en desaparecer a la vista y el tacto. En general sus tratamientos consistían en xilocaína para aliviar el dolor, y complejos de vitamina B para paliar la falta de fuerzas. Cuando tuvo al alcance realizar hemogramas, pudo también comprobar que se producían serias anemias en las víctimas. Y como luego veremos cuando recopilemos alguno de los casos, llegaron a darse hasta fallecimientos tras los ataques. A pesar de lo que la gente le contaba, ella, dentro de su escepticismo, creía que los casos eran producto de alucinaciones colectivas y acciones autolíticas, hasta que como veremos más tarde, vio y creyó. Un día fue llamada a las 4 de la tarde para ver a un niño que se había roto la clavícula. Eran alrededor de las 17:00 cuando terminó de atenderle, y la familia inmediatamente se llevó al niño a casa. Wellaide cerró la unidad de salud con las tres personas que la asistían. En ese momento no había nadie más en la calle y caminaban a buen paso. Cuando llegaron frente a la casa del presidente del Sindicato de Pescadores, su vecino, escuchó un ruido al caer su compañera Jucemar desmayada, tirada en el suelo. Cuando eso sucedió, ya casi estaba en casa ... Entonces, su otra compañera comenzó a empujarla, golpeándole el brazo y señalando hacia arriba. Mientras tanto, la gente les gritaba desde las ventanas de las casas para que se alejaran. Pero no pudo correr. Una mezcla de tres sentimientos distintos: curiosidad, éxtasis y asombro la dejaron clavada al suelo. Miró hacia arriba y vio algo cilíndrico, con apariencia de metal pulido y gran belleza. No era plateado ni de acero inoxidable y tenía un brillo que nunca había visto, con luces en la parte inferior y superior, azul, rosa y amarillo, una de cada color. El objeto debía tener unos 4 m de diámetro, y era muy grande. Se desplazaba elípticamente, y por momentos se alejaba hacia la bahía y se volvía a acercar. En uno de esos acercamientos pudo observar una ventana en el objeto, y a través de ella, vio dos seres humanoides muy altos y de largos cabellos rubios. Wellaide no fue atacada por el objeto, y ella lo achacaba a que, al contrario de la mayoría de los moradores de la isla, ella era rubia, igual que los seres que había visto en el interior de la nave. Quizá eso había hecho que no la atacaran. Aquella tarde, acabó convencida de que aquellas humildes gentes no tenían alucinaciones colectivas, sino que aquello era muy real. Con el tiempo, Wellaide llegó a la conclusión de que aquellos seres estaban perdidos en el amazonas y necesitaban alimentar sus naves con la energía vital de las personas para volver a su lugar de origen. Los ataques continuaron, llegando a ser tan numerosos que mucha gente decidió abandonar la isla. Además, como pudo comprobar la joven doctora, ya no se concentraban en horas nocturnas y en zonas más o menos solitarias junto a los bosques. Ahora las luces también atacaban de día, e incluso en los núcleos urbanos. Según Wellaide la población total de la isla se redujo a unos 2000, y en el núcleo urbano del municipio de Colares quedaron unas 800 personas. Abandonaron la isla el odontólogo, la enfermera superior, varios de los técnicos de enfermería… hasta el delegado del Estado se marchó. Y la doctora estuvo a punto, pero el alcalde y el cura la convencieron. La gente que quedaba en la isla la necesitaba. La población estaba realmente asustada, hasta el punto de que llegaban a abandonar sus casas y se reunían a dormir en las iglesias, que eran las construcciones con muros más fuertes. Ya nadie se atrevía a salir a pescar, ni salía a cazar. El alcalde dispuso que se organizaran guardias, en las que con caceroladas, fuegos artificiales y pistolas provocaban ruidos para mantener alejados a los "chupa chupa" pero tampoco era demasiado efectivo. Lo único que esto conseguía era que los objetos se mantuviesen a mayor distancia, pero disparaban sus rayos de la misma manera. La situación llegó a ser insostenible hasta el punto de que los habitantes llegaron a pasar hambre, pues nadie se atrevía a salir a pescar, a cazar o a cultivar el terreno, y llegó el momento en que se pidió ayuda a las autoridades. Acudieron al gobernador del estado, que a su vez llamó al comandante del Primer Comar, la base aérea de Belem, el Brigadier Protasio de Olivera, que junto a Coronel Camilo Ferraz de Barros, jefe de la segunda sección, puso en marcha la operación Plato para estudiar los objetos volantes sobre esa zona de la amazonia. Esta operación comenzó oficialmente en septiembre de 1977, y fue clausurada también oficialmente por el mismo Protasio de Olivera el 5 de diciembre de ese mismo año. Y digo oficialmente, porque posteriormente han salido a la luz documentos que evidencian que los militares brasileños habían comenzado a estudiar los casos de "chupa chupa" meses antes, y continuaron estudiándolos meses después. En general, parece ser que en la época la fuerza aérea no hacía demasiado caso del tema OVNI como institución, pero a nivel personal, el propio Brigadier Protasio de Olivera estaba interesado en la materia, y por lo tanto, dio cancha a que se realizaran las investigaciones. Se estima que la operación Plato generó 2000 folios de informes, y no menos de 500 fotografías y 16 horas de filmaciones. A la cabeza de esa operación pusieron a un hombre, con experiencia en seguridad nacional, y especialista en operaciones de campo en la selva, pero con poca experiencia en el mundo de los ovnis. El capitán Uyrangê Hollanda. Este hombre, permaneció en silencio sobre sus vivencias hasta 1997, cuando ya en la reserva, concedió una completa entrevista para el canal Rede Globo y otra para los ufólogos Marco Petit y Ademar José Gevaerd. Poco después de conceder estas entrevistas, apareció ahorcado en el dormitorio de su casa, y desde entonces hay quienes opinan que fue un suicidio al que fue llevado por la supuesta depresión que sufría, y quienes dicen que fue suicidado, para que no pudiese continuar dando información al público. Según sus propias declaraciones, al regreso de un curso en Brasilia, al regresar a Belem, el coronel Camilo Ferraz de Barros le asignó una operación que ya estaba en marcha. Fue Hollanda el que la bautizó como operación plato. Según el día contaba con entre 3 y 6 agentes, a los que durante la noche se dividía en dos o tres equipos para vigilar desde diferentes puntos, con la misión de registrar, fotografiar, filmar e investigar los objetos que estaban acosando a la gente en Colares y en algunos lugares más de los estados de Pará Y Maranhao. Durante el día también se dedicaban a entrevistar testigos. El capitán, en sus entrevistas, dejó claro que el equipamiento que se les asignó fue, fotográfico, cinematográfico y de registro de sonido. En ningún momento armamentístico. Sus superiores querían información sobre qué estaba ocurriendo en el espacio aéreo de la región. Hollanda era ante todo escéptico con el caso, por lo que asumió su misión con la intención de desmitificar todo aquello, explicándolo como una alucinación colectiva. De hecho, la doctora Wellaide Cecil ha manifestado en múltiples ocasiones, que fue instada por los militares a intentar convencer a la gente de que estaban siendo víctimas de una alucinación colectiva, y que aquello que veían nunca había existido. Hollanda, desde el principio solo veía luces en el cielo, que según él podían, por ejemplo, ser pájaros o satélites, y eso era lo que transmitía a su comandante. Cuando hablaba con sus hombres, estos bromeaban con el hecho de que algún día, una de esas luces se acercaría, se situaría sobre él, le rodearía, o haría algo que hiciese que no le quedase lugar a dudas de que aquellas luces eran algo inteligentemente manejado. Y como era de esperar esta demostración llegó en noviembre. Se encontraban en Bahía de Sol, en la isla de Mosqueiro, vecina a la de Colares, cuando vieron aparecer por el norte una luz de un azul similar al de la soldadura eléctrica por arco, que se acercó hacia ellos a gran altura, y una vez sobre sus cabezas les rodeó formando un círculo, y se marchó. El problema es que sus cámaras no eran efectivas a la hora de registrar las luces. Según Hollanda nada aparecía en esas fotos. Hasta que un día, observando una linterna de señales que tenía sobre su mesa, recordó los negatoscopios que utilizaban los médicos para visualizar mejor las luces y las sombras de las radiografías. Esa especie de ventana luminosa. Y al colocar los negativos sobre el cristal esmerilado de la linterna, vio que en la fotografía había un pequeño punto que no aparecía en la ampliación en papel con una exposición normal. El punto, al ampliarse se veía como un cilindro. ¿Era posible que por alguna cuestión de longitud de onda o vaya usted a saber por qué motivo, la luz no se plasmase en la fotografía, pero sí el objeto que se encontraba detrás de ella? Hollanda tenía un amigo que era cámara de televisión y experto en fotografía. Sabía que era de fiar, y que les podía ayudar manteniendo la discreción, así que con el permiso de su comandante le solicitó ayuda. Este amigo, Milton Mendonça, les orientó y comenzaron a probar con filtros y películas: ultravioleta, infrarrojo, … Y entonces mejoraron sus resultados y empezaron a ver luces y formas en las fotografías. Estos militares, durante sus vigilias vieron varios tipos de objetos y patrones luminosos, y el más habitual era el que describían la mayoría de los testigos, con la forma de un barril de aceite de 200 litros, o una lata de refresco gigante, que volaba de una forma irregular, bamboleante. Pero, además, también había objetos de naves de mayores dimensiones como si se tratase de "naves nodrizas" o de otro tipo. En ocasiones veían objetos pequeños que salían de los más grandes. Se ha dicho a veces, que el grupo de Hollanda fue en algún momento reforzado con apoyos del SNI, la inteligencia brasileña o incluso de la CIA norteamericana. Hollanda desmiente que la CIA investigara el caso, o por lo menos, que él se enterase de que lo investigara, pero reconoce que miembros del SNI les acompañaron en alguna ocasión, pero no de manera oficial. Su presencia era conocida, no se escondían de los civiles, y estas personas, que eran amigos suyos les pidieron acompañarlos en alguna vigilia, lo cual hicieron pidiendo los permisos oportunos, pero no como una operación del SNI, sino a título personal y por curiosidad. Y fue precisamente con ellos presentes que tuvieron otro encuentro poco habitual, otra vez en Bahía de Sol. Aquel día no estaba previsto que pasaran la noche de vigilia. Hollanda tenía que estar en Belem a las 8 de la tarde para una cuestión personal, y se encontraba con sus hombres en un punto discreto y retirado, completamente a oscuras. En ese lugar había quedado en encontrarse sobre las 6 con los agentes del SNI, pero estos no llegaron.
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PRIVACIDAD Y COPYRIGHT
¡Hola, qué tal! ¡Muchas gracias por volver a visitarme! Como siempre te doy la bienvenida a este pequeño rincón, donde entre libros, documentos, legajos, y cajones llenos de pruebas y objetos asombrosos, repaso junto a ti los más misteriosos sucesos. No sé por qué tenía el presentimiento de que ibas a venir, y he decidido rescatar para ti una historia de lo más interesante. En un principio estuve pensando si la última vez que viniste hablamos del mismo tema o no, pero luego pensé que daba igual. Siempre es buen momento para hablar de OVNIS. Y más cuando se trata de un expediente tan documentado y amplio como este. No en vano, no todos los días una serie de encuentros con no identificados, da lugar a que un gobierno despliegue al ejército por varios estados ante una avalancha de misteriosos ataques a sus pobladores. Un gobierno, una dictadura militar que, a mi corto entender sobre asuntos políticos, tendría como todas, cosas malas, pero que, en cuestión de fenómenos aéreos extraños, fue de los primeros en disponer de una división específicamente dedicada a la investigación de los Objetos Aéreos No Identificados. La SIOANI. Bien es cierto que esta división fue oficialmente disuelta antes de que tuviesen lugar los hechos que nos traen aquí hoy, pero deja entrever que el interés de las fuerzas armadas por el tema era real. Tengamos en cuenta que ese país es uno de los que más, y más espectacular historia OVNI atesora, con muchos de los casos por excelencia. Hoy más que de un caso, vamos a hablar de una verdadera oleada. Una oleada muy particular, pues se trata de un gran número de encuentros, que además de compartir la ubicación geográfica y que sucedieron en un plazo de tiempo bastante delimitado, presentan en común el detalle de que esos OVNIS atacaban a la población hasta el punto de obligar a intervenir al ejército. No son extrañas, dentro de la casuística clásica, las experiencias de encuentros en los que el testigo, por una cosa o por otra, acaba mal parado. Pero se escapa a lo habitual que esas agresiones se repitan por decirlo de alguna manera, al por mayor, aterrando a los habitantes de una amplia región. Dejando decenas de víctimas con unas lesiones que casi podríamos achacar al ataque de un vampiro, debido a lo cual el fenómeno fue localmente denominado como "chupa chupa". Como quizá hayas desvelado por las pistas que te he ido dando, vamos a viajar a Brasil. Y me gustaría que no tuvieras en cuenta mi poco don de lenguas a la hora de reproducir nombres de lugares o personas en portugués o brasileño. Y dicho esto, aunque por aquella tierra sea más típico el café, no quiero perder mi costumbre de pedirte que tomes asiento y te acomodes mientras te preparo una taza de té caliente para que lo disfrutes mientras te llevo a repasar los encuentros ovni de la oleada de 1977 y la denominada "operación plato". ¿Alguna vez has pensado en el significado de la palabra grandiosidad? Te daré, quizá, el mejor ejemplo que te pueda dar: El Amazonas. Con sus 7062 kilómetros de longitud ha sido confirmado como el río más largo del mundo. Con una cuenca hidrográfica de casi 7 millones y medio de kilómetros cuadrados y una caudal medio de 225 mil metros cúbicos por segundo, contiene él solito la quinta parte del agua dulce en estado líquido del planeta. Más que el Nilo, el Yangtsé y el Misisipi juntos. Tiene más de 1000 afluentes, de los que 25 miden más de 1000 kilómetros. Sólo en sus aguas cohabitan 3000 especies distintas de peces. Y la selva que lo rodea, la Amazonía, cada vez más esquilmada, se ha venido a llamar "el pulmón del planeta" Curiosamente no podemos hablar de grandes puentes porque sobre él no se ha construido ninguno. Y sólo en 2011 se inauguró el primero en su principal afluente, el Río Negro, un puente atirantado de más de 3 kilómetros y medio de largo. Pero sí que podemos hablar de grandes islas. Pues en su desembocadura se encuentra la isla de Marajó. La más grande isla marítimo-fluvial del mundo. Con nada más y nada menos que 50.000 kilómetros cuadrados. Algo más que toda la Comunidad de Aragón. Pues bien, aunque el Amazonas está lleno de misterios de cabo a rabo, vamos a centrarnos en este último tramo. El de la desembocadura en el atlántico. Una desembocadura que según como midamos, puede ser de 15 kilómetros o de 200, si contemplamos solo el canal del rio amazonas propiamente dicho, o todo el entramado de furos y ríos que se forman en su estuario. Y por supuesto, si hablamos de entramado de furos y ríos, deberíamos hablar de las múltiples islas que se forman rodeadas por estos. Pues bien, en principio hoy íbamos a hablar de una de estas islas en el estado brasileño de Pará. En la bahía de Marajó, siguiendo la costa hacia el noreste desde la ciudad de Belén, llegamos a un trozo de tierra de unos 250 kilómetros cuadrados., desgajado del resto por el Furo da Laura, un rio que ronda los 150 metros de ancho. Se trata de la Isla de Colares, habitada actualmente por unas 12000 personas, dispersas en varios núcleos formados por humildes casas, algunos pequeños negocios y muchas iglesias. Un lugar donde hoy la vida transcurre sin prisa, y que a finales de los 70, cuando ni siquiera estaban generalizados los aparatos de radio o televisión, la gente se dedicaba a pescar, cazar, plantar en su pequeño trozo de tierra robado a la selva, y cuidar a sus pocos animales. Esta isla fue considerada el epicentro de los hechos que te voy a relatar. De hecho, cuando pensé en hablarte de esta oleada mi idea era hablar de "la oleada de la isla de Colares" Pero viendo lo que he podido averiguar tras mis pesquisas, estos sucesos se extendieron mucho más allá, tanto geográfica como temporalmente, así que yo he preferido llamarlo "la oleada OVNI de Brasil de 1977" Desde mucho tiempo atrás, y hasta hoy en día, en muchos lugares de Brasil, han sido habituales los avistamientos de extraños objetos y luces en los cielos. Quizá antiguamente vinculados a entidades mitológicas o sobrenaturales, como barcos fantasmas, serpientes voladoras gigantes, y desde hace 60 años, a medida que se iba expandiendo el concepto ufológico, vinculadas al fenómeno OVNI, y en mucho casos, dentro de este, explicados con la denominada "hipótesis extraterrestre". En el país existían casos previos de agresiones e incluso muertes vinculadas a luces extrañas, como la de Joao Prestes, en 1946. Pero el caso de la Isla del Cangrejo en el estado de Maranhão, que tuvo lugar en abril de 1977, puede ser considerado el escopetazo de salida de esta oleada, que, además, podríamos decir que fue avanzando, siguiendo el mapa hacia el noroeste Brasil. Este caso, que fue muy estudiado por el investigador estadounidense Bob Pratt tuvo lugar cuando tres hermanos, José, Apolinario y Firminio, junto con un primo llamado Auleriano, acudieron en un barco desde San Luis de Maranhão a la denominada Isla del Cangrejo. En medio de la bahía de San Marcos se alza este paraje aislado, pantanoso, lleno de mosquitos y con fama de maldito. A la isla de 40 Kilómetros de largo por 11 de ancho y surcada de arroyos, solo se va a pescar cangrejos y recolectar madera. Y este era precisamente el objetivo de los cuatro protagonistas. Llegaron a la isla a primera hora de la tarde del 26 de abril aprovechando la pleamar para adentrarse en la isla por uno de los arroyos que se hacían navegables cuando subía la marea. Dedicaron la tarde a recolectar la madera. Al bajar la marea había quedado encallado en el lodo y no podrían zarpar hasta la pleamar, a medianoche. Por lo que las 18 horas, al caer la tarde, dejaron el tajo y prepararon la cena. Aproximadamente a las 8 de la tarde, se dispusieron a dormir, hasta que el movimiento del barco al subir la marea les despertase, para terminar de preparar la carga y volver a San Luis. Algo ocurrió en aquellas horas. En lugar de despertarse a media noche con la marea como siempre les había ocurrido, Apolinario y Auleriano se habían despertado alrededor de las 5 de la mañana, ya con el amanecer. Auleriano tenía dolores y dificultad para moverse, así como quemaduras en las extremidades y en las escápulas que llevaba descubiertas y en una nalga, aunque en su bermuda no había ningún daño. Apolinario estaba auxiliando a Auleriano cuando escuchó gemir a Firminio. Cuando se dirigió a este, al descubrirlo lo encontró quemado, hinchado, y con los ojos cerrados. Trató de hablarle, pero no respondía. Entonces Apolinario buscó a José para pedirle ayuda, y se lo encontró frio, y ya rígido. José estaba muerto, aunque no se le apreciaban lesiones como en los otros hombres. Además, por una extraña razón que no llegaba a comprender, se habían despertado en lugares del barco que no se correspondían con en los que se habían acostado. Apolinario tuvo que esperar nuevamente hasta la pleamar de las 2 de la tarde para poder desencallar el barco. Con el cadáver de José, Firminio malherido e inconsciente dando tumbos por la bodega del barco con el embiste de las olas y Aureliano incapacitado por las quemaduras y el dolor, encaminó como pudo hasta el pequeño puerto de Itaqui, el más próximo, las velas de un barco que normalmente hacían falta tres personas para gobernar. En el puerto de Itaqui solo había dos guardias, que no pudieron prestarle ayuda. Así que tuvo que caminar 10 Kilómetros hasta San Luis, donde avisó a la policía y a Pedro, su hermano mayor. Junto a este último volvió al barco en coche ya rondando las 9 de la noche, y pudieron llevar a Firminio a un hospital, donde quedó ingresado en coma, mientras Auleriano se quedaba en el barco para no dejar solo el cuerpo de José. Cuando llegó la Policía, a la 1 de la madrugada, se levantó el cadáver y Auleriano fue a un hospital a ser tratado de sus heridas. Tras una semana en coma y un mes ingresado en el hospital, Ferminio también fue dado de alta con numerosas secuelas. Según uno de los médicos que le atendió, en un momento de delirio dijo que había fuego fuera del barco. Pero en el barco no había señales de fuego, ni de caída de rayos ni nada similar. La muerte de José fue justificada con un accidente vascular cerebral causado por hipertensión arterial como consecuencia de un choque emocional, aunque ni siquiera se hizo autopsia al cadáver. Con el tiempo, los tres supervivientes fueron sometidos a regresión hipnótica, pero ninguno de los tres logró recordar nada de lo acontecido entre el momento de acostarse y el despertar. Años más tarde, en 1986, hubo un suceso muy similar en la misma isla, pero ya no podríamos incluirlo dentro de la misma oleada. Tras el suceso de la isla del Cangrejo, el fenómeno avanzó hacia el noroeste. Entre abril y julio de 1977 se dieron multitud de casos de avistamientos entre la bahía de San marcos y el río Gurupí, que marca la frontera con el estado de Pará. Los sucesos transcurrían de forma parecida, dándose sobre todo al anochecer. Los testigos informaban de que a la caída de la noche, mientras pescaban en los ríos o cuando regresaban por los caminos hacia sus hogares, eran acosados por lo que definían como unas bolas de fuego rojizas, que en un principio se confundían con las estrellas, pero en unos segundos se precipitaban sobre las personas, quedando a cortas distancias por encima de sus cabezas. Daba la sensación, además, de que aquellos extraños objetos parecían verse atraídos por la luz, daba igual que fuese una hoguera, una linterna, o el insignificante resplandor de un cigarro. Estos testigos, después de los encuentros, solían sufrir de sensibilidad visual, cefaleas, ardor y quemaduras en la piel de las zonas expuestas a la luz y fiebre. Como te digo, son muchos los testimonios que los investigadores han ido recopilando con el tiempo, y aunque la mayoría se corresponden con lo que te acabo de describir, hay algunos que se salieron un poco del guion establecido. ¿Qué tal si te menciono un par de ellos? ----- Inacio Rodrigues y Genésio Silva estaban pescando desde su bote a la 1 de la mañana, cuando vieron una pequeña bola luminosa en el cielo, al norte. Conocedores de lo que se contaba sobre que esos objetos que se dejaban ver por la región se sentían atraídos por las luces, por pequeñas que estas fuesen, Genésio apagó el puro que estaba fumando mientras faenaba. Pero, aun así, aquel objeto debió localizarles, pues se acercó rápidamente. Los hombres, asustados, saltaron del bote al agua y se escondieron como pudieron tras unos arbustos. El objeto se continuó acercando hasta quedar a unos 100 metros de ellos. Lo que a lo lejos había sido una bola rojiza, ahora era una luz azulada muy intensa, a la que costaba mantener la mirada. Aquella luz permaneció allí hasta poco antes del amanecer, cuando se apagó repentinamente. Según los testigos, que pasaron toda la noche escondidos en los arbustos, al apagarse, en el lugar en el que había estado la luz se podía entrever una sobra, como de un objeto con forma de nevera. Cuando salió el sol, aquella sombra también desapareció, y por fin los pescadores se atrevieron a abandonar su escondite, volver al bote y regresar a sus casas. Tuvieron diarrea y malestar todo el día. ------ Se cuenta también que un buen grupo de personas trabajaban en la construcción del cercado de una granja. Como el trabajo corría prisa, continuó hasta la noche. Uno de los trabajadores fue a pescar para la cena. Y mientras estaba en ello, un objeto muy luminoso y azulado, apareció sobre su cabeza. Espantado, abandonó los aperos y corrió hacia el campamento para avisar a sus compañeros. Todos pudieron observar el extraño objeto acercándose e iluminando todo, en un radio de aproximadamente 1 kilómetro, asustando incluso al ganado que se encontraba por la zona. Al día siguiente, los trabajadores trasladaron el campamento ya que tenían miedo de pernoctar allí. Pero en el lugar de los sucesos de la noche anterior, pusieron un espantapájaros y una lámpara de queroseno y se escondieron a observar. Más tarde, el objeto reapareció y se acercó al espantapájaros. Aquello estuvo allí durante unos 45 minutos, iluminándolo todo a su alrededor. Los hombres, atemorizados, permanecieron ocultos hasta que se fue el objeto. Después, varios trabajadores no quisieron permanecer más tiempo allí y se fueron a casa. ------ Los testigos, en algún caso hablan incluso de que estos objetos luminosos emitían una energía muy potente que intentaba tirar de ellos, como absorbiéndolos o arrancándolos del suelo. Y, dicho sea de paso, parece ser que hay incluso algún caso de abducción o secuestro en la época y en la zona. El 10 de Julio, José Benedito Bogea salía de su casa en Pinheiro, a la 1 de la mañana para coger un autobús. Llevaba una linterna en la mano para iluminar el camino hasta la parada. De repente apareció sobre él una luz verdeazulada que lo acompañó durante unos 200 metros, hasta que se colocó sobre un árbol. Desde allí disparó un rayo luminoso sobre José, que perdió el conocimiento. Cuando despertó, se encontró en un extraño lugar rodeado de pequeños seres, con los que pasó unas horas, de una forma aparentemente amistosa. Luego volvió a perder el conocimiento y despertó a 80 km de Pinheiro. Unas horas después comenzó a sentir un fuerte dolor en el costado derecho. Meses después, aun se sentía mal, y necesitaba usar bastón para caminar. Por el contrario, tras el incidente, se le curaron unas cefaleas, le desaparecieron problemas de visión y le mejoró una sordera que tenía, todos estos, síntomas de una patología anterior. Ya mediado el año, más o menos por julio, el epicentro del fenómeno pasó paulatinamente al vecino estado de Pará. Colares y Vigía fueron probablemente las poblaciones más afectadas, pero el fenómeno no tuvo problema en actuar ni siquiera en la capital del estado: Belém. Por lo que veo sobre los relatos de los testigos, la descripción de los objetos que provocaban los ataques fue ligeramente modificada o afinada… Pues de bolas de fuego pasaron a ser objetos, cilíndricos, muy luminosos, que no se desplazaban en línea recta, sino formando elipses. Por otro lado, en lugar de afectar a las personas debido a su proximidad, proyectaban un extraño rayo, que atinaban a disparar con precisión incluso entre las rendijas de los endebles tejados de las casas. Alguien llegó a afirmar incluso que haz de luz llegaba a doblarse formando ángulos y curvas. Esta especie de rayo tenía la mala costumbre de alcanzar a las personas, generalmente a la altura del tórax, sobre el pecho, provocándoles inmovilidad instantánea, quemaduras, y una debilidad de la que tardaban desde días hasta años en recuperarse. Sobre la piel solían quedar, además, dos pequeñas marcas, como de pinchazos. Es posible que, por eso, a nivel popular, asemejando los efectos de estas luces con los del mito de los vampiros que chupan la sangre y la energía, comenzaron a llamar al fenómeno "chupa chupa". Quizá una de las personas que más de cerca conoció los sucesos fue Wellaide Cecim Carvalho, la joven doctora, que con 21 años, nada más terminar su carrera de medicina en la Universidad Federal de Pará, en Belém, fue destinada a la humilde unidad de salud de Colares, donde ejerció de médica y directora, teniendo en su equipo a un odontólogo, una enfermera de titulación superior y doce técnicos de enfermería. Para que nos hagamos una idea de la trayectoria de la Doctora, terminó la carrera de Medicina con la especialidad de Psiquiatría entre los primeros de su promoción, a los dos días de graduarse, en diciembre del 76, fue destinada a Colares y posteriormente llegó a ser secretaria municipal de salud en Belém y subsecretaria estatal de salud en Pará. Siempre además reciclando su formación, y trabajando simultáneamente en varias instituciones médicas. No llevaba ni un año en la isla, enfrentándose a las patologías típicas de cualquier pueblo de la Amazonia, como partos a deshoras y los ataques de mantarrayas a pescadores, cuando a finales de julio del 77 comenzaron los casos relacionados con el "chupa chupa". Ella estima que atendió a más de 80 víctimas, pero supone que debido a las condiciones de aislamiento en las que vivían gran parte de los habitantes, fuera de los núcleos poblacionales, debieron ser muchos más, que no buscaron asistencia sanitaria. Wellaide constató que las lesiones habituales eran por lo general quemaduras en la zona torácica o del cuello a un nivel lo suficientemente profundo de la piel como para destruir el folículo piloso, pero que a la vez cicatrizaban rápidamente. Una quemadura, a la hora de producirse, podía presentar el aspecto de llevar 4 o 5 días de evolución. También los casos presentaban dos perforaciones que tardaban meses en desaparecer a la vista y el tacto. En general sus tratamientos consistían en xilocaína para aliviar el dolor, y complejos de vitamina B para paliar la falta de fuerzas. Cuando tuvo al alcance realizar hemogramas, pudo también comprobar que se producían serias anemias en las víctimas. Y como luego veremos cuando recopilemos alguno de los casos, llegaron a darse hasta fallecimientos tras los ataques. A pesar de lo que la gente le contaba, ella, dentro de su escepticismo, creía que los casos eran producto de alucinaciones colectivas y acciones autolíticas, hasta que como veremos más tarde, vio y creyó. Un día fue llamada a las 4 de la tarde para ver a un niño que se había roto la clavícula. Eran alrededor de las 17:00 cuando terminó de atenderle, y la familia inmediatamente se llevó al niño a casa. Wellaide cerró la unidad de salud con las tres personas que la asistían. En ese momento no había nadie más en la calle y caminaban a buen paso. Cuando llegaron frente a la casa del presidente del Sindicato de Pescadores, su vecino, escuchó un ruido al caer su compañera Jucemar desmayada, tirada en el suelo. Cuando eso sucedió, ya casi estaba en casa ... Entonces, su otra compañera comenzó a empujarla, golpeándole el brazo y señalando hacia arriba. Mientras tanto, la gente les gritaba desde las ventanas de las casas para que se alejaran. Pero no pudo correr. Una mezcla de tres sentimientos distintos: curiosidad, éxtasis y asombro la dejaron clavada al suelo. Miró hacia arriba y vio algo cilíndrico, con apariencia de metal pulido y gran belleza. No era plateado ni de acero inoxidable y tenía un brillo que nunca había visto, con luces en la parte inferior y superior, azul, rosa y amarillo, una de cada color. El objeto debía tener unos 4 m de diámetro, y era muy grande. Se desplazaba elípticamente, y por momentos se alejaba hacia la bahía y se volvía a acercar. En uno de esos acercamientos pudo observar una ventana en el objeto, y a través de ella, vio dos seres humanoides muy altos y de largos cabellos rubios. Wellaide no fue atacada por el objeto, y ella lo achacaba a que, al contrario de la mayoría de los moradores de la isla, ella era rubia, igual que los seres que había visto en el interior de la nave. Quizá eso había hecho que no la atacaran. Aquella tarde, acabó convencida de que aquellas humildes gentes no tenían alucinaciones colectivas, sino que aquello era muy real. Con el tiempo, Wellaide llegó a la conclusión de que aquellos seres estaban perdidos en el amazonas y necesitaban alimentar sus naves con la energía vital de las personas para volver a su lugar de origen. Los ataques continuaron, llegando a ser tan numerosos que mucha gente decidió abandonar la isla. Además, como pudo comprobar la joven doctora, ya no se concentraban en horas nocturnas y en zonas más o menos solitarias junto a los bosques. Ahora las luces también atacaban de día, e incluso en los núcleos urbanos. Según Wellaide la población total de la isla se redujo a unos 2000, y en el núcleo urbano del municipio de Colares quedaron unas 800 personas. Abandonaron la isla el odontólogo, la enfermera superior, varios de los técnicos de enfermería… hasta el delegado del Estado se marchó. Y la doctora estuvo a punto, pero el alcalde y el cura la convencieron. La gente que quedaba en la isla la necesitaba. La población estaba realmente asustada, hasta el punto de que llegaban a abandonar sus casas y se reunían a dormir en las iglesias, que eran las construcciones con muros más fuertes. Ya nadie se atrevía a salir a pescar, ni salía a cazar. El alcalde dispuso que se organizaran guardias, en las que con caceroladas, fuegos artificiales y pistolas provocaban ruidos para mantener alejados a los "chupa chupa" pero tampoco era demasiado efectivo. Lo único que esto conseguía era que los objetos se mantuviesen a mayor distancia, pero disparaban sus rayos de la misma manera. La situación llegó a ser insostenible hasta el punto de que los habitantes llegaron a pasar hambre, pues nadie se atrevía a salir a pescar, a cazar o a cultivar el terreno, y llegó el momento en que se pidió ayuda a las autoridades. Acudieron al gobernador del estado, que a su vez llamó al comandante del Primer Comar, la base aérea de Belem, el Brigadier Protasio de Olivera, que junto a Coronel Camilo Ferraz de Barros, jefe de la segunda sección, puso en marcha la operación Plato para estudiar los objetos volantes sobre esa zona de la amazonia. Esta operación comenzó oficialmente en septiembre de 1977, y fue clausurada también oficialmente por el mismo Protasio de Olivera el 5 de diciembre de ese mismo año. Y digo oficialmente, porque posteriormente han salido a la luz documentos que evidencian que los militares brasileños habían comenzado a estudiar los casos de "chupa chupa" meses antes, y continuaron estudiándolos meses después. En general, parece ser que en la época la fuerza aérea no hacía demasiado caso del tema OVNI como institución, pero a nivel personal, el propio Brigadier Protasio de Olivera estaba interesado en la materia, y por lo tanto, dio cancha a que se realizaran las investigaciones. Se estima que la operación Plato generó 2000 folios de informes, y no menos de 500 fotografías y 16 horas de filmaciones. A la cabeza de esa operación pusieron a un hombre, con experiencia en seguridad nacional, y especialista en operaciones de campo en la selva, pero con poca experiencia en el mundo de los ovnis. El capitán Uyrangê Hollanda. Este hombre, permaneció en silencio sobre sus vivencias hasta 1997, cuando ya en la reserva, concedió una completa entrevista para el canal Rede Globo y otra para los ufólogos Marco Petit y Ademar José Gevaerd. Poco después de conceder estas entrevistas, apareció ahorcado en el dormitorio de su casa, y desde entonces hay quienes opinan que fue un suicidio al que fue llevado por la supuesta depresión que sufría, y quienes dicen que fue suicidado, para que no pudiese continuar dando información al público. Según sus propias declaraciones, al regreso de un curso en Brasilia, al regresar a Belem, el coronel Camilo Ferraz de Barros le asignó una operación que ya estaba en marcha. Fue Hollanda el que la bautizó como operación plato. Según el día contaba con entre 3 y 6 agentes, a los que durante la noche se dividía en dos o tres equipos para vigilar desde diferentes puntos, con la misión de registrar, fotografiar, filmar e investigar los objetos que estaban acosando a la gente en Colares y en algunos lugares más de los estados de Pará Y Maranhao. Durante el día también se dedicaban a entrevistar testigos. El capitán, en sus entrevistas, dejó claro que el equipamiento que se les asignó fue, fotográfico, cinematográfico y de registro de sonido. En ningún momento armamentístico. Sus superiores querían información sobre qué estaba ocurriendo en el espacio aéreo de la región. Hollanda era ante todo escéptico con el caso, por lo que asumió su misión con la intención de desmitificar todo aquello, explicándolo como una alucinación colectiva. De hecho, la doctora Wellaide Cecil ha manifestado en múltiples ocasiones, que fue instada por los militares a intentar convencer a la gente de que estaban siendo víctimas de una alucinación colectiva, y que aquello que veían nunca había existido. Hollanda, desde el principio solo veía luces en el cielo, que según él podían, por ejemplo, ser pájaros o satélites, y eso era lo que transmitía a su comandante. Cuando hablaba con sus hombres, estos bromeaban con el hecho de que algún día, una de esas luces se acercaría, se situaría sobre él, le rodearía, o haría algo que hiciese que no le quedase lugar a dudas de que aquellas luces eran algo inteligentemente manejado. Y como era de esperar esta demostración llegó en noviembre. Se encontraban en Bahía de Sol, en la isla de Mosqueiro, vecina a la de Colares, cuando vieron aparecer por el norte una luz de un azul similar al de la soldadura eléctrica por arco, que se acercó hacia ellos a gran altura, y una vez sobre sus cabezas les rodeó formando un círculo, y se marchó. El problema es que sus cámaras no eran efectivas a la hora de registrar las luces. Según Hollanda nada aparecía en esas fotos. Hasta que un día, observando una linterna de señales que tenía sobre su mesa, recordó los negatoscopios que utilizaban los médicos para visualizar mejor las luces y las sombras de las radiografías. Esa especie de ventana luminosa. Y al colocar los negativos sobre el cristal esmerilado de la linterna, vio que en la fotografía había un pequeño punto que no aparecía en la ampliación en papel con una exposición normal. El punto, al ampliarse se veía como un cilindro. ¿Era posible que por alguna cuestión de longitud de onda o vaya usted a saber por qué motivo, la luz no se plasmase en la fotografía, pero sí el objeto que se encontraba detrás de ella? Hollanda tenía un amigo que era cámara de televisión y experto en fotografía. Sabía que era de fiar, y que les podía ayudar manteniendo la discreción, así que con el permiso de su comandante le solicitó ayuda. Este amigo, Milton Mendonça, les orientó y comenzaron a probar con filtros y películas: ultravioleta, infrarrojo, … Y entonces mejoraron sus resultados y empezaron a ver luces y formas en las fotografías. Estos militares, durante sus vigilias vieron varios tipos de objetos y patrones luminosos, y el más habitual era el que describían la mayoría de los testigos, con la forma de un barril de aceite de 200 litros, o una lata de refresco gigante, que volaba de una forma irregular, bamboleante. Pero, además, también había objetos de naves de mayores dimensiones como si se tratase de "naves nodrizas" o de otro tipo. En ocasiones veían objetos pequeños que salían de los más grandes. Se ha dicho a veces, que el grupo de Hollanda fue en algún momento reforzado con apoyos del SNI, la inteligencia brasileña o incluso de la CIA norteamericana. Hollanda desmiente que la CIA investigara el caso, o por lo menos, que él se enterase de que lo investigara, pero reconoce que miembros del SNI les acompañaron en alguna ocasión, pero no de manera oficial. Su presencia era conocida, no se escondían de los civiles, y estas personas, que eran amigos suyos les pidieron acompañarlos en alguna vigilia, lo cual hicieron pidiendo los permisos oportunos, pero no como una operación del SNI, sino a título personal y por curiosidad. Y fue precisamente con ellos presentes que tuvieron otro encuentro poco habitual, otra vez en Bahía de Sol. Aquel día no estaba previsto que pasaran la noche de vigilia. Hollanda tenía que estar en Belem a las 8 de la tarde para una cuestión personal, y se encontraba con sus hombres en un punto discreto y retirado, completamente a oscuras. En ese lugar había quedado en encontrarse sobre las 6 con los agentes del SNI, pero estos no llegaron.