Programa 1x12
Rendlesham Forest. OVNIS y militares.
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1x13 Evento Tunguska. Enigma en Siberia.
1x12 Rendlesham Forest. OVNIS y militares
1x11 Los OVNIS en la sierra de Madrid
1x10 Los curiosos fuegos de Laroya
1x09 El extraño caso del cabo Valdés
1x08 Las luces de Lubbock
Nuevo elemento
1x07 Crímenes rituales: El exorcismo del Albaicín
1x06 El monstruo de Flatwoods - Hipótesis Feschino
1x05 Las apariciones de Garabandal
1x04 Conspiración y fantasmas en el hotel Corona de Aragón
1x03 "El Ente" ¿Qué hay de cierto?
1x02 Luces, humanoides e infiltrados. Caso Conil.
1x01 El encuentro del vuelo IB-249
HISTÓRICO DE PROGRAMAS
El símbolo más grande, que se situaba sobre los anteriores, tenía unos 20 centímetros de alto. Se trataba de un triángulo rodeado por un círculo que unía sus vértices. Dentro del círculo principal, en el vértice inferior derecho del triángulo había otro circulo, de unos 3 cm de diámetro. A la izquierda del vértice superior, se formaba otro circulo más, ligeramente más pequeño, y rozando a este, otro circulo más, que quedaba por fuera del grande. Algo le hizo pensar que ese símbolo era importante. Tras acariciarlo con la punta de los dedos, algo le llevó a apoyar la palma de la mano derecha sobre el glifo. Notó que estaba un poco más caliente que el resto de la superficie. Segundos después, sintió un fuerte destello, que dio paso a una luz blanca azulada, que no veía con sus ojos, sino directamente en su mente. Esta luz destelleaba rápidamente mostrándole unas formas. Él lo comparó a cuando hojeas una baraja de cartas con el pulgar. Esas formas parecían ser una serie de unos y ceros en una secuencia que no alcanzaba a comprender. Tras un tiempo que Penniston estima en menos de un minuto, aquella especie de visión o transmisión terminó. Tan repentinamente como había comenzado. Y aunque durante el tiempo que duró, algo había retenido su mano sobre el símbolo, notó que ya podía separarla. Entonces notó que se "desconectaba" de aquella intensa luz, y volvía a ver con normalidad. Revisó su mano en busca de daños, pero esta parecía perfectamente normal. Estaba intentando entender qué había sucedido, cuando las luces de colores en el interior del objeto comenzaron a activarse. La luz que rodeaba la nave se hizo más intensa. Mucho más intensa. Y temiendo que explotara, Penniston retrocedió saliendo de la cúpula luminosa. Se arrojó al suelo protegiendo la cara contra el suelo. Y a duras penas pudo ver que Burroughs había sido "liberado" de su inmovilidad, y se hallaba también tumbado en el suelo boca abajo. La intensidad de la luz se redujo un poco y los dos hombres se levantaron. Aquel objeto, que se encontraba a unos 10 metros de ellos, comenzó a elevarse, y a desplazarse suavemente entre los árboles. Una vez que los rebasó, siguió ascendiendo hasta unos 60 metros sobre las copas, y entonces con un intenso destello, desapareció. Sin ruido, sin viento… Todos los efectos electrostáticos y esa sensación de que el tiempo se distorsionase habían desaparecido. Entonces Burroughs comenzó a correr gritando: ¡Por allí! Efectivamente, a lo lejos, volvían a verse extrañas luces. Las siguieron. Salieron del bosque, continuaron por los campos aledaños a una granja, por un camino rural, rebasando vallas y barrizales. Hasta que finalmente descubrieron el faro de Orfordness, a unos 7 kilómetros y medio. Pensando que era eso lo que habían estado persiguiendo, lo comunicaron por radio, pues tras el despegue del objeto, habían vuelto a funcionar las comunicaciones. Pero no tardaron mucho en darse cuenta de que a la derecha del faro estaba la extraña luz brillante de la nave. Dándose cuenta de que nunca le darían alcance, decidieron volver a la base. Durante su regreso, pasaron por el claro donde había estado aterrizado el objeto. Y pudieron observar las tres hendiduras creadas en el terreno por los haces de luz sobre los que descansaba el triángulo. Tres hendiduras de unos 15 centímetros de diámetro, y unos 5 de profundidad. Posteriormente se reencontraron con Cabansag, que aún parecía angustiado, y montando en el Jeep, regresaron en silencio a la base. Allí desde la puerta Este habían visto el despegue de la nave, y más tarde descubriría que las luces iniciales, el despegue de la nave, y sus maniobras posteriores habían sido vistas desde más sitios de las instalaciones, incluyendo la torre de control del área de almacenamiento de armas en la base de Bentwaters. En la misma puerta Este Penniston se separó de Burroughs, que se fue con su patrulla. Hablando con el Mayor Chandler sobre el tiempo que habían permanecido sin saber nada de ellos, Penniston descubrió que su reloj digital, marcaba las 4:15, mientras que los de todos los demás marcaban las 5:00. Ya hablamos en otro caso, que es muy raro que los relojes digitales se atrasen o se adelanten. Normalmente, cuando dejan de funcionar, se apagan. Ya en Woodbridge Penniston se dedicó a pensar qué iba a narrar en el informe que evidentemente le iban a pedir que redactase. Todo lo vivido era tan irreal que no sabía cómo abordarlo. Temía por el futuro de su carrera, así que optó por resumir la definición del objeto como "una nave no identificada de origen desconocido", sin mencionar el término OVNI, que tenía tantas connotaciones fantásticas. Su plan era dar el menor número posible de detalles sobre cosas como los símbolos o esa visión de unos y ceros. Pero al llegar al Centro de control, ellos ya habían elaborado el informe del suceso a partir de lo que habían escuchado en las transmisiones por radio. Nada que mencionase la palabra OVNI. Solamente, aeronave no identificable. Por lo que finalmente se escabulló de ese trámite. De lo que no se libró fue de ir a visitar al comandante de turno de día de la base en Bentwaters. El capitán Mike Verrano quería entrevistarse con él y con Borroughs. Por lo que, al abandonar el Centro de Control, fue en busca de su compañero de aventura y se dirigieron al despacho de Verrano. Acordaron que hablase Penniston, y que Burroughs solo contestase si era directamente preguntado. Y que no darían más detalles de los estrictamente necesarios, pues la continuidad de sus carreras estaba en juego. Penniston le contó lo que aparecía en el informe. Es decir, las luces de colores en el bosque, la luz blanca… Pero decidió confiar un poco más en el capitán y le habló de la nave de origen desconocido, dándole alguna información sobre su tamaño, su aspecto y su rápido despegue. No se le ocurrió mencionar los símbolos ni mucho menos la extraña transmisión mental de unos y ceros que había vivido. Tampoco le mencionó el estado de aparente "trance" de Burroughs. El capitán, que no aparento extrañarse en ningún momento por las palabras de Penniston, le dejó terminar sin interrumpirle, y concluyó: No hay una forma prudente de informar de esto. Les habló del Proyecto Libro Azul, que se había cerrado en 1969 y les dijo: Actualmente, no hay canales en la Fuerza Aérea que utilizar para informar de lo que dicen que vivieron. No es más que uno de los miles de avistamientos inexplicables que se producen cada año. Es mejor cerrar esta discusión y dejar el tema en paz. Hay cosas que es mejor no decirlas. Sin embargo, vieron algo, y la torre de Heathrow lo confirma. Así que necesito que se reúna conmigo y otros oficiales y nos conduzca al lugar del suceso para que junto a usted podamos ver la evidencia física de lo que afirma haber visto. Tras el encuentro con Verrano, Penniston llevó el carrete al laboratorio fotográfico de la base, y cerca de las 8 de la mañana, abandonó la base junto a Burroughs con destino a Ipswich donde ambos vivían. Pero los dos decidieron acercarse al lugar del aterrizaje para, a poder ser, revisarlo antes de que llegase nadie que pudiera alterarlo. En esta ocasión, recorrer el camino les costó menos tiempo y esfuerzo, y al llegar al punto del encuentro con la extraña nave, pudieron confirmar la existencia de tres huellas que formaban un triángulo equilátero con una separación de 3m entre ellas, con los bordes perfectamente redondos y forma cónica. También encontraron en el suelo de la zona ramas con apariencia de llevar poco tiempo rotas. Ramas faltantes en algunos árboles, y marcas de quemaduras y cortes en los troncos. Se encontraban en la zona cuando llegó el Capitán Verrano junto a otros dos oficiales El Sargento Mayor Ray gulias y EL Mayor Drury. Burroughs se mostró entusiasmado al enseñarles con asombro las evidencias. Tras esto, volvieron a su vehículo, y siguiendo la recomendación de los oficiales, se dirigieron a Ipswich a descansar. Aproximadamente a esa hora, el Teniente Coronel Halt llamaba a su despacho a Edward Cabansag. Le hubiese gustado convocar también a Burroughs y a Penniston, pero estos no se hallaban ya en la base, y tenían por delante 3 días de descanso. Halt quería conocer lo sucedido. Pero el novato, nervioso e intimidado no le explicó gran cosa. Se le entregó una declaración mecanografiada, que firmo sin leer, de lo nervioso que estaba, mientras el teniente coronel le recordaba que el asunto era secreto y le recomendaba no hablar del tema. Con posterioridad, Halt quiso revisar también los informes de seguridad de esa noche, pero casualmente, estos habían desaparecido de los archivos. Aquella mañana Penniston dio por hecho que no iba a poder dormir, y decidió dedicar el tiempo a otras cosas. Tras llegar a su casa, se duchó y salió a comprar escayola. Su plan era volver al bosque y tomar impresiones de las huellas del suelo antes de que desapareciesen o las desapareciesen. Cuando llegaba al bosque se volvió a cruzar con el capitán Verrano y el Sargento Mayor Ray Gulias que volvían de la zona del aterrizaje. Se excusó diciendo que quería comprobar algunas cosas para su informe. A Verrano no debió hacerle mucha gracia encontrarse con él merodeando por el bosque por segunda vez, cuando le había dicho que dejara estar el asunto… Le dijeron que se diese prisa, pues probablemente a los forestales no les haría gracia tener el bosque lleno de militares estadounidenses corriendo de un lado a otro. Penniston se despidió de ellos y se dirigió al lugar del aterrizaje, donde procedió a la toma del molde de las huellas. Tas un proceso que duró unos 40 minutos y en los que decidió no entregar aquellos moldes sino quedárselos como evidencia, los guardó en su mochila y regresó a su coche. Cuando había llegado a su vehículo, aparecieron por allí nuevamente el Sargento Mayor Gulias junto al Mayor Drury y el policía británico Brian Cresswell. Le pidieron que los acompañara a mostrar al agente británico el lugar del aterrizaje, y posteriormente le indicaron, por tercera vez, que se volviera a su casa y dejara el tema. Penniston invirtió el resto del día en trabajos en casa. Cualquier cosa que le mantuviese la mente alejada de los sucesos de aquella noche. La noche del 26 al 27 de diciembre, se acostó sobre las 11, con la seguridad de que el cansancio le iba a hacer dormir, pero se despertó alrededor de la 1:30, tras unas extrañas ensoñaciones en las que se le aparecían ante los ojos series consecutivas de unos y ceros. Tomó un vaso de agua y regresó a la cama. Pero los extraños sueños eran recurrentes, y le hicieron despertarse nuevamente. Esto le asustó y le hizo plantearse si realmente había sufrido algún tipo de trauma. Sobre todo, en el momento en que comenzó a ver las series de números con el simple hecho de cerrar los ojos. Cuando entendió que nuevamente iba a pasar una noche en vela, se levantó y se preparó un café. Estaba revisando su cuaderno de notas, pensando en el sentido de todo aquello, cuando sintiendo un instinto irrefrenable, tras anotar la fecha, el 27 de diciembre de 1980, comenzó a anotar la larga secuencia de unos y ceros que se presentaba ante sus ojos. Finalmente, tras 45 minutos, esa avalancha de números cesó, y tuvo la sensación de que, tras haberlos transcrito en el papel, había liberado a su mente de aquellas imágenes. Decidió que hablar de aquello no le iba a aportar nada positivo, así que decidió mantener guardado aquel cuaderno. Volvió a la cama, y esta vez sí, durmió hasta la mañana siguiente. Durante esas primeras horas del día 27, mientras Penniston sufría aquellas visiones de unos y ceros, extrañas luces volvían a ser presenciadas en el bosque de Rendlesham. La aviadora Lori Ann Buoen se encontraba de guardia en la garita de la puerta Este, que solía dejarse sin vigilancia durante la noche, pero dados los acontecimientos de la noche anterior, se decidió dejarla custodiada. Entre la 1:30 y las 2:00 pudo observar, esta vez no al este de la base, sino por encima de la línea de árboles que se encontraba al norte de la pista de aterrizaje, que estaba a oscuras, una luminosa esfera con luces naranjas, rojizas, blancas y azuladas, que descendía entre las copas del bosque. Preocupada por lo que había visto, se puso en contacto con el Sargento O'Brian, que se encontraba de guardia en la oficina de la policia militar. Desde allí se dispuso que el cabo John Trementozzi, junto a otros cuatro compañeros se dirigieran a la puerta Este, donde también pudieron ser testigos de las luces durante un largo tiempo. Trementozzi dice que se había informado al comandante de turno, Glen Whitehead y al Subcomandante de la base, el teniente coronel Halt. La Subteniente Bonnie Tamplin y el Sargento Mayor Bobby Ball fueron enviados al bosque a investigar. Los militares apostados en la puerta Este pudieron escuchar a través de sus emisoras, como la subteniente Tamplin llamaba al Sargento Ball diciendo asustada: ¿Bob, Bob, ¿dónde estás? No puedo ver nada. Tras esto, diez minutos de silencio de radio. Se dice que el vehículo de Tamplin había sido atravesado por una esfera de luz que había provocado que se apagara el motor, y que la oficial había escapado dejando incluso su arma dentro del coche. Se dice que tras esto, quedó traumatizada y fue relevada de su puesto y enviada a un nuevo destino. Casualmente, esa misma noche, Burroughs se despertó de madrugada con la fuerte sensación de que algo había ocurrido o estaba ocurriendo en el bosque. Así que no lo dudó pese a que no entraba de nuevo en servicio hasta el día 29, salió de su casa y se dirigió a la base de Bentwaters, donde se vino a enterar de los sucesos que acababan de tener lugar en la puerta este y en el bosque. Tras tener noticia de estos acontecimientos, se reunió con dos amigos que también estaban de libranza, y planearon pasar el día en la base, y que en cuanto cayese la noche se pondrían ropa civil y visitarían el bosque por si encontraban algo. Por seguir el orden de los acontecimientos, te voy a presentar a otra persona a la que habitualmente no se menciona cuando se habla del caso Rendlesham. Se trata del sargento Monroe Nevels, técnico de preparación para desastres. Era especialista en química biología y radiología, es decir estaba especializado en armamento químico biológico y nuclear. Hombre de confianza del coronel Ted Conrad fue designado para visitar el lugar del aterrizaje al atardecer del 27 de diciembre con la misión de reunir evidencias junto al teniente segundo de la policía militar Bruce Englund. Al ir acercándose a la zona comenzaron a percibir los efectos de una carga electrostática. Ya en el pequeño claro del bosque el teniente Englund mostró a Nevels las marcas de aterrizaje del objeto y las hendiduras y marcas en los árboles colindantes. Tras unos minutos revisando la zona y aún bajo los efectos de la estática los dos militares decidieron regresar a la base de Woodbridge para unirse al coronel Conrad y transmitirle sus impresiones. El teniente Englund iba conduciendo cuando el sargento Nevels apreció en el lado sur del camino un objeto brillante y luminoso que llamó su atención palpitando lentamente entre los árboles. Aprovecharon unos prismáticos de visión nocturna de los que disponían para observar el objeto con más precisión. Se trataba de una especie de " globo ocular" con un centro negro y cuya luminosidad variaba lentamente. Nevels pidió a Englund que tuviese el vehículo, y tras bajar del coche se percató de que los efectos electrostáticos se habían intensificado. Pese a las reticencias de Englund, quien parecía ansioso por marcharse del lugar, probó a avanzar unos pasos en dirección a la luz, y pudo confirmar que el pulso de encendido y apagado del objeto se aceleraba, mientras que si se alejaba la intermitencia se ralentizaba. Entonces Nevels concluyó que ya tenía información suficiente, volvió al vehículo y solicitó a Englund volver a la base. Fueron directamente al club de oficiales de Woodbridge, donde se encontraba la cúpula militar de las bases en una cena de entrega de premios anual. En los sucesos ocurridos a partir de este momento, existen discrepancias según la versión dada por los militares. Se trata de diferencias del tipo de quien habló con quién, quien dijo que, de quién partieron las órdenes, quien compartió coche con quien, quien recogió a quien, … por lo que en un principio no me voy a meter en especificártelas y voy a hacerte un resumen de la situación. Quizá esto se pueda deber a que estas declaraciones han tenido lugar más de 20 años después de los sucesos. Si por casualidad has visto algún documental sobre el caso, probablemente hayas escuchado que el teniente Englund llegó al club de oficiales con el rostro demudado, exclamando al teniente coronel Halt aquella frase de "han vuelto". Según Nevels esto no ocurrió así, el pues cuando llegaron al club, el coronel Conrad ya les estaba esperando. Fuese cual fuese el transcurso de los acontecimientos, la consecuencia fue la misma. Englund y Nevels acabaron reunidos en un cuarto del club de oficiales con él coronel Conrad, el Teniente Coronel Halt, el Capitán Verrano, el comandante del escuadrón de policia de seguridad, el Mayor Malcom Zickler y alguna persona más. En total unas doce. En esa reunión se decide que esa misma noche se ha de llevar a cabo una investigación en el bosque. Tras disolverse la reunión, Halt se va a casa para quitarse el uniforme de gala y ponerse uno de campo. También pasa por su oficina donde coge su grabadora y un dispositivo de visión nocturna. Nevels se dirige a la oficina de preparación para desastres, y se equipa con un contador Geiger y una cámara de fotos. Se organiza la distribución por el bosque de equipos de iluminación con generador propio, que no consiguen hacer funcionar, `pese a que se comprueba hasta en dos ocasiones que los depósitos de combustible están llenos. El Sargento Bustinza, del que no te he hablado hasta ahora, estaba al mando de la policia de seguridad aquella noche, y también acabó participando en la expedición al bosque, después de que algunos de los hombres a su cargo notificasen haber visto extrañas luces en Rendlesham Forest. En general se podría decir que en el bosque se encontraron aquella noche unas 20 personas, y es posible que extraoficialmente hubiese alguno más, como es el caso de Burroughs, pues el asunto de las luminarias en el bosque había corrido como la pólvora, y no eran pocos los que estaban siguiendo los acontecimientos escuchando las comunicaciones por radio o situándose en las zonas altas de la base, como la torre de control. A Halt le preocupaba el hecho de que la presencia de tantos militares estadounidenses campando por un bosque británico llamase la atención de los lugareños. Por lo que dio orden de que todo el personal, (el que estaba oficialmente en el bosque, claro) se mantuviese en la zona donde habían aparcado los vehículos, quietecitos y en silencio. Halt formó un pequeño equipo con el que se dirigió al punto de aterrizaje de la primera noche: El Sargento Mayor Ball, el teniente Englund, y los sargentos Nevels y Bustinza. Y permíteme hacer un inciso en este punto. Me resulta curioso que habiendo sido vistas luces esa misma tarde en otra zona del bosque, el teniente coronel decidiese redundar en su investigación en una zona que ya había sido revisada. A partir de este momento, contamos con una prueba muy interesante. Se trata de la grabación en cinta de audio Halt, en la que quedan registrados buena parte de los sucesos posteriores. Los problemas electromecánicos continuaban. Los generadores de los equipos de iluminación no funcionaban. Los motores de los vehículos también fallaban, y las comunicaciones por radio también presentaban problemas… Nevels se hizo cargo del contador Geiger y Bustinza seguía intentando coordinar por radio la forma de hacer llegar nuevos equipos de iluminación al bosque. De momento estaban utilizando linternas. Al realizar las lecturas de radiación sobre la zona concreta del aterrizaje, se pudo apreciar que, en las tres huellas, el nivel de radiación era superior al de fondo. Pero nada peligroso, por suerte. En el centro del triángulo que formaban las huellas, la medición fue más alta incluso. A posteriori revisaron las marcas existentes en los árboles que rodeaban el punto de aterrizaje. Eran una especie de abrasiones o roces, todas en la cara de los árboles que daba al claro donde se había posado el objeto, y todas a la misma altura. Se tomaron muestras de la salvia que brotaba de las abrasiones, y se realizaron mediciones de radiación. En el lado de los troncos opuesto al claro la radiación era normal, pero en el lado de las abrasiones, el enfrentado al lugar del aterrizaje, el nivel de radiación era más alto. Como curiosidad te mencionaré que en la grabación, en el momento en el que el grupo se encontraba revisando los troncos, se escucha cómo reciben una llamada en la que les informan de que Burroughs y otros dos miembros del personal se habían presentado en la puerta Este y solicitaban permiso para unirse al grupo. Halt se lo denegó, y Burroughs y sus acompañantes solo llegaron al punto en el que se encontraban aparcados el resto de vehículos. Por curiosidad, se les ocurrió observar los árboles a través de sus visores nocturnos, y con sorpresa vieron que había una huella de calor en las abrasiones. Lo mismo sucedía en las huellas en el suelo y en el centro del triángulo que formaban. Bustinza estaba teniendo serios problemas con la radio para comunicarse con el centro de control, así que Halt decidió enviarle de vuelta a la base de Bentwaters para conseguir otros dos equipos de iluminación. De poco sirvió, pues una vez en el bosque, estos dos equipos tampoco funcionaron. De vuelta al lugar del aterrizaje, Halt volvió a conectar su grabadora para registrar que eran la 1:48 de la mañana, y que estaban escuchando el sonido de animales alterados que probablemente provenía de una granja que se situaba a unos 350 metros de allí. El personal que se encontraba en el punto de aparcamiento también percibió que los animales del bosque eran alterados por algo y comenzaban a hacer más ruido del habitual. El equipo en el punto de aterrizaje notó que el aire se cargaba de estática. Y el teniente Englund observó algo extraño tras los árboles, y comenzó a avanzar hacia el campo adyacente a la mencionada granja mientras avisaba al resto de que las luces habían vuelto. Ahora Halt también lo veía. Un objeto rojizo o anaranjado que flotaba a unos 3 o 4 metros del suelo. El objeto sería más pequeño que un coche, y parecía chorrear o desprender algo como si fuese metal fundido, e iluminaba la granja y se reflejaba en sus ventanas tan intensamente que esta parecía estar ardiendo. Al poco, el ovni se desplazó desde el campo hasta la línea de árboles del bosque, hacia el noreste de donde se encontraba el grupo de militares, y parecía moverse zigzagueando entre los árboles. La luz pulsaba, tenía forma ovalada, como de ojo, con una zona más oscura en su centro, tal y como la que había visto Nevels esa misma tarde. Entonces, Bustinza y el resto de los hombres que se encontraban en la zona de aparcamiento, visto que no eran capaces de hacer funcionar las luces, fueron requeridos para entrar al bosque e intentar localizar la luz. En sus declaraciones habla de varias luces de varios colores volando por la zona, de una neblina amarilla al ras de la rodilla, y de soldados desorientados por el pánico. Bustinza los mandó regresar y continuó para reunirse con Halt. El objeto observado por Halt y sus acompañantes volvió a abandonar el bosque para salir al campo de la granja. Nevels tomaba lecturas de radiación que parecían oscilar. Con su cámara tomó algunas fotos del objeto. Halt y Nevels treparon la valla que delimitaba el campo, y antes de que nadie más pudiera seguirles, el objeto se dirigió rápidamente hacia donde ellos estaban, y en ese trayecto, desapareció de manera instantánea. Halt afirma que lo vio explotar silenciosamente en 5 objetos y desaparecer. En una fracción de segundo. El equipo de Halt se terminó de saltar la valla y revisaron el campo en busca de huellas o rastros de aquello que parecía desprender aquel objeto, pero no pudieron apreciar nada reseñable. Tras esta rápida inspección se percataron de que, sobre sus cabezas, a una altura que estimaron en 300 metros, varios objetos (5 según Halt y 3 según Nevels) elípticos y levemente luminosos se mantenían estacionarios. Las comunicaciones por radio seguían siendo complicadas, y eso que encontrándose en campo abierto la señal debería haber sido buena. Hay que decir que los cinco miembros del equipo disponían de emisoras, y estaban operando en tres frecuencias distintas: La del puesto de mando, la del centro de control de seguridad y la de la policia militar. Pero aun así tenían muchas dificultades y finalmente utilizando como radioenlace a los que se encontraban en la zona de aparcamiento, consiguieron hablar con el puesto de mando para que solicitara información de la torre de control de tráfico aéreo de Bentwaters, de la del aeropuerto de Heathrow y de la base inglesa de Wattisham por si tenían a los objetos en el radar: La respuesta fue que no había nada en sus pantallas. A las 2:44 Halt registra en su grabadora que han descubierto la presencia de otro objeto de color rojo, casi en el horizonte, sobre la costa. Avanzando por el campo, cruzaron un arroyo que lo atravesaba, acabando empapados. Mientras los hombres mantenían vigilancia en los objetos que permanecían sobre sus cabezas, repentinamente estos desaparecieron. Entonces la frecuencia de radio del cuerpo de seguridad cobró vida. Los operativos destacados en la base de Bentwaters tenían tres objetos en el cielo sobre ellos. De una manera aparentemente imposible, los objetos se habían desmaterializado sobre la granja y se habían materializado sobre la base. Instantáneamente. Efectivamente, el grupo de Halt pudo comprobar que se veían tres objetos emitiendo luces de colores y realizando movimientos en formación al norte de su posición, que podían perfectamente estar situados sobre la base. Al sur de su posición se destacaban otros dos objetos. A las 3:15, Halt registra en su grabadora que uno de los objetos que se encontraban al sur, se desplaza rápidamente hacia la granja y se detiene en seco a bastante altitud sobre sus cabezas, y proyecta un haz de luz coherente, sin dispersión, como si fuese un láser, de unos 30 centímetros de diámetro, a 3 metros escasos de su posición. ¿Qué era aquello? ¿Un intento de comunicación? ¿Una advertencia? ¿Algún tipo de arma? Tan rápidamente como apareció, aquel haz de luz desapareció de repente, y el objeto que lo emitía retrocedió hacia el sur. Mojados y sin conseguir entender lo que estaba sucediendo, dieron por buena la orden de Halt de regresar a la base. Entonces pudieron ver que el objeto del sur se dirigía hasta la vertical de Bentwaters. Una vez allí, junto a los tres objetos que ya la sobrevolaban, comenzaron a proyectar los haces de luz sobre las instalaciones. Inmediatamente pudieron escuchar a través de la radio que en la base estaban observando también los rayos de luz. Los objetos estaban perfectamente sincronizados, realizando barridos con un patrón determinado, como si estuviesen buscando algo. Algo en la zona del almacén de armas de la base aérea de Bentwaters. Esto se prolongó durante 20 o 30 minutos. Resumiendo. 4 objetos sobrevolaban la base de Bentwaters emitiendo haces de luz sobre las instalaciones del almacén de armas, mientras que otro quinto objeto, se mantenía al sur, sobre la costa. Al llegar a la zona de aparcamiento, Halt fue abordado por Burroughs, que le insistió en pedirle permiso para visitar nuevamente el lugar del primer avistamiento. Finalmente Halt accedió y le dio permiso para acercarse con Bustinza, asegurando que, desde el lugar de aparcamiento, no llegaron a perder contacto visual entre los árboles con las linternas de la pareja en ningún momento. Pero aquí vuelve a surgir la discrepancia, pues Burroughs dice que aunque mintió a Halt, su intención no era visitar la zona del primer aterrizaje, pues al fin y al cabo, ya la había visitado anteriormente, sino aproximarse a la luz que según él se había acercado desde la costa en dirección a donde ellos se encontraban. Curiosamente Halt no menciona en ningún momento que ese quinto objeto, como lo hemos denominado, abandonase su posición en la costa, y menos aún para acercarse a su posición. Burroughs, tras una sesión de hipnosis, posteriormente en 1988 aseguró que él y Bustinza tuvieron un encuentro con la aquella luz, llegando incluso a ser abducido durante un momento. Halt asegura que desde la zona de aparcamiento no vieron nada extraño, y que ni Burroughs ni Bustinza mencionaron que algo extraño hubiera sucedido. La última entrada en la grabación de Halt se da a las 4 de la madrugada, y en ella menciona que uno de los objetos se ve sobre la base de Woodbridge emitiendo su haz de luz. A las 5 de la mañana, todos los efectivos habían abandonado ya el bosque y habían regresado a la base o a sus casas. Sin perder el tiempo, Monroe Nevels, como fotógrafo profesional, tenía su propio laboratorio, en el que se dispuso a revelar el rollo que había disparado esa noche. Pero cuál sería su sorpresa al comprobar que todo el rollo estaba velado.
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El símbolo más grande, que se situaba sobre los anteriores, tenía unos 20 centímetros de alto. Se trataba de un triángulo rodeado por un círculo que unía sus vértices. Dentro del círculo principal, en el vértice inferior derecho del triángulo había otro circulo, de unos 3 cm de diámetro. A la izquierda del vértice superior, se formaba otro circulo más, ligeramente más pequeño, y rozando a este, otro circulo más, que quedaba por fuera del grande. Algo le hizo pensar que ese símbolo era importante. Tras acariciarlo con la punta de los dedos, algo le llevó a apoyar la palma de la mano derecha sobre el glifo. Notó que estaba un poco más caliente que el resto de la superficie. Segundos después, sintió un fuerte destello, que dio paso a una luz blanca azulada, que no veía con sus ojos, sino directamente en su mente. Esta luz destelleaba rápidamente mostrándole unas formas. Él lo comparó a cuando hojeas una baraja de cartas con el pulgar. Esas formas parecían ser una serie de unos y ceros en una secuencia que no alcanzaba a comprender. Tras un tiempo que Penniston estima en menos de un minuto, aquella especie de visión o transmisión terminó. Tan repentinamente como había comenzado. Y aunque durante el tiempo que duró, algo había retenido su mano sobre el símbolo, notó que ya podía separarla. Entonces notó que se "desconectaba" de aquella intensa luz, y volvía a ver con normalidad. Revisó su mano en busca de daños, pero esta parecía perfectamente normal. Estaba intentando entender qué había sucedido, cuando las luces de colores en el interior del objeto comenzaron a activarse. La luz que rodeaba la nave se hizo más intensa. Mucho más intensa. Y temiendo que explotara, Penniston retrocedió saliendo de la cúpula luminosa. Se arrojó al suelo protegiendo la cara contra el suelo. Y a duras penas pudo ver que Burroughs había sido "liberado" de su inmovilidad, y se hallaba también tumbado en el suelo boca abajo. La intensidad de la luz se redujo un poco y los dos hombres se levantaron. Aquel objeto, que se encontraba a unos 10 metros de ellos, comenzó a elevarse, y a desplazarse suavemente entre los árboles. Una vez que los rebasó, siguió ascendiendo hasta unos 60 metros sobre las copas, y entonces con un intenso destello, desapareció. Sin ruido, sin viento… Todos los efectos electrostáticos y esa sensación de que el tiempo se distorsionase habían desaparecido. Entonces Burroughs comenzó a correr gritando: ¡Por allí! Efectivamente, a lo lejos, volvían a verse extrañas luces. Las siguieron. Salieron del bosque, continuaron por los campos aledaños a una granja, por un camino rural, rebasando vallas y barrizales. Hasta que finalmente descubrieron el faro de Orfordness, a unos 7 kilómetros y medio. Pensando que era eso lo que habían estado persiguiendo, lo comunicaron por radio, pues tras el despegue del objeto, habían vuelto a funcionar las comunicaciones. Pero no tardaron mucho en darse cuenta de que a la derecha del faro estaba la extraña luz brillante de la nave. Dándose cuenta de que nunca le darían alcance, decidieron volver a la base. Durante su regreso, pasaron por el claro donde había estado aterrizado el objeto. Y pudieron observar las tres hendiduras creadas en el terreno por los haces de luz sobre los que descansaba el triángulo. Tres hendiduras de unos 15 centímetros de diámetro, y unos 5 de profundidad. Posteriormente se reencontraron con Cabansag, que aún parecía angustiado, y montando en el Jeep, regresaron en silencio a la base. Allí desde la puerta Este habían visto el despegue de la nave, y más tarde descubriría que las luces iniciales, el despegue de la nave, y sus maniobras posteriores habían sido vistas desde más sitios de las instalaciones, incluyendo la torre de control del área de almacenamiento de armas en la base de Bentwaters. En la misma puerta Este Penniston se separó de Burroughs, que se fue con su patrulla. Hablando con el Mayor Chandler sobre el tiempo que habían permanecido sin saber nada de ellos, Penniston descubrió que su reloj digital, marcaba las 4:15, mientras que los de todos los demás marcaban las 5:00. Ya hablamos en otro caso, que es muy raro que los relojes digitales se atrasen o se adelanten. Normalmente, cuando dejan de funcionar, se apagan. Ya en Woodbridge Penniston se dedicó a pensar qué iba a narrar en el informe que evidentemente le iban a pedir que redactase. Todo lo vivido era tan irreal que no sabía cómo abordarlo. Temía por el futuro de su carrera, así que optó por resumir la definición del objeto como "una nave no identificada de origen desconocido", sin mencionar el término OVNI, que tenía tantas connotaciones fantásticas. Su plan era dar el menor número posible de detalles sobre cosas como los símbolos o esa visión de unos y ceros. Pero al llegar al Centro de control, ellos ya habían elaborado el informe del suceso a partir de lo que habían escuchado en las transmisiones por radio. Nada que mencionase la palabra OVNI. Solamente, aeronave no identificable. Por lo que finalmente se escabulló de ese trámite. De lo que no se libró fue de ir a visitar al comandante de turno de día de la base en Bentwaters. El capitán Mike Verrano quería entrevistarse con él y con Borroughs. Por lo que, al abandonar el Centro de Control, fue en busca de su compañero de aventura y se dirigieron al despacho de Verrano. Acordaron que hablase Penniston, y que Burroughs solo contestase si era directamente preguntado. Y que no darían más detalles de los estrictamente necesarios, pues la continuidad de sus carreras estaba en juego. Penniston le contó lo que aparecía en el informe. Es decir, las luces de colores en el bosque, la luz blanca… Pero decidió confiar un poco más en el capitán y le habló de la nave de origen desconocido, dándole alguna información sobre su tamaño, su aspecto y su rápido despegue. No se le ocurrió mencionar los símbolos ni mucho menos la extraña transmisión mental de unos y ceros que había vivido. Tampoco le mencionó el estado de aparente "trance" de Burroughs. El capitán, que no aparento extrañarse en ningún momento por las palabras de Penniston, le dejó terminar sin interrumpirle, y concluyó: No hay una forma prudente de informar de esto. Les habló del Proyecto Libro Azul, que se había cerrado en 1969 y les dijo: Actualmente, no hay canales en la Fuerza Aérea que utilizar para informar de lo que dicen que vivieron. No es más que uno de los miles de avistamientos inexplicables que se producen cada año. Es mejor cerrar esta discusión y dejar el tema en paz. Hay cosas que es mejor no decirlas. Sin embargo, vieron algo, y la torre de Heathrow lo confirma. Así que necesito que se reúna conmigo y otros oficiales y nos conduzca al lugar del suceso para que junto a usted podamos ver la evidencia física de lo que afirma haber visto. Tras el encuentro con Verrano, Penniston llevó el carrete al laboratorio fotográfico de la base, y cerca de las 8 de la mañana, abandonó la base junto a Burroughs con destino a Ipswich donde ambos vivían. Pero los dos decidieron acercarse al lugar del aterrizaje para, a poder ser, revisarlo antes de que llegase nadie que pudiera alterarlo. En esta ocasión, recorrer el camino les costó menos tiempo y esfuerzo, y al llegar al punto del encuentro con la extraña nave, pudieron confirmar la existencia de tres huellas que formaban un triángulo equilátero con una separación de 3m entre ellas, con los bordes perfectamente redondos y forma cónica. También encontraron en el suelo de la zona ramas con apariencia de llevar poco tiempo rotas. Ramas faltantes en algunos árboles, y marcas de quemaduras y cortes en los troncos. Se encontraban en la zona cuando llegó el Capitán Verrano junto a otros dos oficiales El Sargento Mayor Ray gulias y EL Mayor Drury. Burroughs se mostró entusiasmado al enseñarles con asombro las evidencias. Tras esto, volvieron a su vehículo, y siguiendo la recomendación de los oficiales, se dirigieron a Ipswich a descansar. Aproximadamente a esa hora, el Teniente Coronel Halt llamaba a su despacho a Edward Cabansag. Le hubiese gustado convocar también a Burroughs y a Penniston, pero estos no se hallaban ya en la base, y tenían por delante 3 días de descanso. Halt quería conocer lo sucedido. Pero el novato, nervioso e intimidado no le explicó gran cosa. Se le entregó una declaración mecanografiada, que firmo sin leer, de lo nervioso que estaba, mientras el teniente coronel le recordaba que el asunto era secreto y le recomendaba no hablar del tema. Con posterioridad, Halt quiso revisar también los informes de seguridad de esa noche, pero casualmente, estos habían desaparecido de los archivos. Aquella mañana Penniston dio por hecho que no iba a poder dormir, y decidió dedicar el tiempo a otras cosas. Tras llegar a su casa, se duchó y salió a comprar escayola. Su plan era volver al bosque y tomar impresiones de las huellas del suelo antes de que desapareciesen o las desapareciesen. Cuando llegaba al bosque se volvió a cruzar con el capitán Verrano y el Sargento Mayor Ray Gulias que volvían de la zona del aterrizaje. Se excusó diciendo que quería comprobar algunas cosas para su informe. A Verrano no debió hacerle mucha gracia encontrarse con él merodeando por el bosque por segunda vez, cuando le había dicho que dejara estar el asunto… Le dijeron que se diese prisa, pues probablemente a los forestales no les haría gracia tener el bosque lleno de militares estadounidenses corriendo de un lado a otro. Penniston se despidió de ellos y se dirigió al lugar del aterrizaje, donde procedió a la toma del molde de las huellas. Tas un proceso que duró unos 40 minutos y en los que decidió no entregar aquellos moldes sino quedárselos como evidencia, los guardó en su mochila y regresó a su coche. Cuando había llegado a su vehículo, aparecieron por allí nuevamente el Sargento Mayor Gulias junto al Mayor Drury y el policía británico Brian Cresswell. Le pidieron que los acompañara a mostrar al agente británico el lugar del aterrizaje, y posteriormente le indicaron, por tercera vez, que se volviera a su casa y dejara el tema. Penniston invirtió el resto del día en trabajos en casa. Cualquier cosa que le mantuviese la mente alejada de los sucesos de aquella noche. La noche del 26 al 27 de diciembre, se acostó sobre las 11, con la seguridad de que el cansancio le iba a hacer dormir, pero se despertó alrededor de la 1:30, tras unas extrañas ensoñaciones en las que se le aparecían ante los ojos series consecutivas de unos y ceros. Tomó un vaso de agua y regresó a la cama. Pero los extraños sueños eran recurrentes, y le hicieron despertarse nuevamente. Esto le asustó y le hizo plantearse si realmente había sufrido algún tipo de trauma. Sobre todo, en el momento en que comenzó a ver las series de números con el simple hecho de cerrar los ojos. Cuando entendió que nuevamente iba a pasar una noche en vela, se levantó y se preparó un café. Estaba revisando su cuaderno de notas, pensando en el sentido de todo aquello, cuando sintiendo un instinto irrefrenable, tras anotar la fecha, el 27 de diciembre de 1980, comenzó a anotar la larga secuencia de unos y ceros que se presentaba ante sus ojos. Finalmente, tras 45 minutos, esa avalancha de números cesó, y tuvo la sensación de que, tras haberlos transcrito en el papel, había liberado a su mente de aquellas imágenes. Decidió que hablar de aquello no le iba a aportar nada positivo, así que decidió mantener guardado aquel cuaderno. Volvió a la cama, y esta vez sí, durmió hasta la mañana siguiente. Durante esas primeras horas del día 27, mientras Penniston sufría aquellas visiones de unos y ceros, extrañas luces volvían a ser presenciadas en el bosque de Rendlesham. La aviadora Lori Ann Buoen se encontraba de guardia en la garita de la puerta Este, que solía dejarse sin vigilancia durante la noche, pero dados los acontecimientos de la noche anterior, se decidió dejarla custodiada. Entre la 1:30 y las 2:00 pudo observar, esta vez no al este de la base, sino por encima de la línea de árboles que se encontraba al norte de la pista de aterrizaje, que estaba a oscuras, una luminosa esfera con luces naranjas, rojizas, blancas y azuladas, que descendía entre las copas del bosque. Preocupada por lo que había visto, se puso en contacto con el Sargento O'Brian, que se encontraba de guardia en la oficina de la policia militar. Desde allí se dispuso que el cabo John Trementozzi, junto a otros cuatro compañeros se dirigieran a la puerta Este, donde también pudieron ser testigos de las luces durante un largo tiempo. Trementozzi dice que se había informado al comandante de turno, Glen Whitehead y al Subcomandante de la base, el teniente coronel Halt. La Subteniente Bonnie Tamplin y el Sargento Mayor Bobby Ball fueron enviados al bosque a investigar. Los militares apostados en la puerta Este pudieron escuchar a través de sus emisoras, como la subteniente Tamplin llamaba al Sargento Ball diciendo asustada: ¿Bob, Bob, ¿dónde estás? No puedo ver nada. Tras esto, diez minutos de silencio de radio. Se dice que el vehículo de Tamplin había sido atravesado por una esfera de luz que había provocado que se apagara el motor, y que la oficial había escapado dejando incluso su arma dentro del coche. Se dice que tras esto, quedó traumatizada y fue relevada de su puesto y enviada a un nuevo destino. Casualmente, esa misma noche, Burroughs se despertó de madrugada con la fuerte sensación de que algo había ocurrido o estaba ocurriendo en el bosque. Así que no lo dudó pese a que no entraba de nuevo en servicio hasta el día 29, salió de su casa y se dirigió a la base de Bentwaters, donde se vino a enterar de los sucesos que acababan de tener lugar en la puerta este y en el bosque. Tras tener noticia de estos acontecimientos, se reunió con dos amigos que también estaban de libranza, y planearon pasar el día en la base, y que en cuanto cayese la noche se pondrían ropa civil y visitarían el bosque por si encontraban algo. Por seguir el orden de los acontecimientos, te voy a presentar a otra persona a la que habitualmente no se menciona cuando se habla del caso Rendlesham. Se trata del sargento Monroe Nevels, técnico de preparación para desastres. Era especialista en química biología y radiología, es decir estaba especializado en armamento químico biológico y nuclear. Hombre de confianza del coronel Ted Conrad fue designado para visitar el lugar del aterrizaje al atardecer del 27 de diciembre con la misión de reunir evidencias junto al teniente segundo de la policía militar Bruce Englund. Al ir acercándose a la zona comenzaron a percibir los efectos de una carga electrostática. Ya en el pequeño claro del bosque el teniente Englund mostró a Nevels las marcas de aterrizaje del objeto y las hendiduras y marcas en los árboles colindantes. Tras unos minutos revisando la zona y aún bajo los efectos de la estática los dos militares decidieron regresar a la base de Woodbridge para unirse al coronel Conrad y transmitirle sus impresiones. El teniente Englund iba conduciendo cuando el sargento Nevels apreció en el lado sur del camino un objeto brillante y luminoso que llamó su atención palpitando lentamente entre los árboles. Aprovecharon unos prismáticos de visión nocturna de los que disponían para observar el objeto con más precisión. Se trataba de una especie de " globo ocular" con un centro negro y cuya luminosidad variaba lentamente. Nevels pidió a Englund que tuviese el vehículo, y tras bajar del coche se percató de que los efectos electrostáticos se habían intensificado. Pese a las reticencias de Englund, quien parecía ansioso por marcharse del lugar, probó a avanzar unos pasos en dirección a la luz, y pudo confirmar que el pulso de encendido y apagado del objeto se aceleraba, mientras que si se alejaba la intermitencia se ralentizaba. Entonces Nevels concluyó que ya tenía información suficiente, volvió al vehículo y solicitó a Englund volver a la base. Fueron directamente al club de oficiales de Woodbridge, donde se encontraba la cúpula militar de las bases en una cena de entrega de premios anual. En los sucesos ocurridos a partir de este momento, existen discrepancias según la versión dada por los militares. Se trata de diferencias del tipo de quien habló con quién, quien dijo que, de quién partieron las órdenes, quien compartió coche con quien, quien recogió a quien, … por lo que en un principio no me voy a meter en especificártelas y voy a hacerte un resumen de la situación. Quizá esto se pueda deber a que estas declaraciones han tenido lugar más de 20 años después de los sucesos. Si por casualidad has visto algún documental sobre el caso, probablemente hayas escuchado que el teniente Englund llegó al club de oficiales con el rostro demudado, exclamando al teniente coronel Halt aquella frase de "han vuelto". Según Nevels esto no ocurrió así, el pues cuando llegaron al club, el coronel Conrad ya les estaba esperando. Fuese cual fuese el transcurso de los acontecimientos, la consecuencia fue la misma. Englund y Nevels acabaron reunidos en un cuarto del club de oficiales con él coronel Conrad, el Teniente Coronel Halt, el Capitán Verrano, el comandante del escuadrón de policia de seguridad, el Mayor Malcom Zickler y alguna persona más. En total unas doce. En esa reunión se decide que esa misma noche se ha de llevar a cabo una investigación en el bosque. Tras disolverse la reunión, Halt se va a casa para quitarse el uniforme de gala y ponerse uno de campo. También pasa por su oficina donde coge su grabadora y un dispositivo de visión nocturna. Nevels se dirige a la oficina de preparación para desastres, y se equipa con un contador Geiger y una cámara de fotos. Se organiza la distribución por el bosque de equipos de iluminación con generador propio, que no consiguen hacer funcionar, `pese a que se comprueba hasta en dos ocasiones que los depósitos de combustible están llenos. El Sargento Bustinza, del que no te he hablado hasta ahora, estaba al mando de la policia de seguridad aquella noche, y también acabó participando en la expedición al bosque, después de que algunos de los hombres a su cargo notificasen haber visto extrañas luces en Rendlesham Forest. En general se podría decir que en el bosque se encontraron aquella noche unas 20 personas, y es posible que extraoficialmente hubiese alguno más, como es el caso de Burroughs, pues el asunto de las luminarias en el bosque había corrido como la pólvora, y no eran pocos los que estaban siguiendo los acontecimientos escuchando las comunicaciones por radio o situándose en las zonas altas de la base, como la torre de control. A Halt le preocupaba el hecho de que la presencia de tantos militares estadounidenses campando por un bosque británico llamase la atención de los lugareños. Por lo que dio orden de que todo el personal, (el que estaba oficialmente en el bosque, claro) se mantuviese en la zona donde habían aparcado los vehículos, quietecitos y en silencio. Halt formó un pequeño equipo con el que se dirigió al punto de aterrizaje de la primera noche: El Sargento Mayor Ball, el teniente Englund, y los sargentos Nevels y Bustinza. Y permíteme hacer un inciso en este punto. Me resulta curioso que habiendo sido vistas luces esa misma tarde en otra zona del bosque, el teniente coronel decidiese redundar en su investigación en una zona que ya había sido revisada. A partir de este momento, contamos con una prueba muy interesante. Se trata de la grabación en cinta de audio Halt, en la que quedan registrados buena parte de los sucesos posteriores. Los problemas electromecánicos continuaban. Los generadores de los equipos de iluminación no funcionaban. Los motores de los vehículos también fallaban, y las comunicaciones por radio también presentaban problemas… Nevels se hizo cargo del contador Geiger y Bustinza seguía intentando coordinar por radio la forma de hacer llegar nuevos equipos de iluminación al bosque. De momento estaban utilizando linternas. Al realizar las lecturas de radiación sobre la zona concreta del aterrizaje, se pudo apreciar que, en las tres huellas, el nivel de radiación era superior al de fondo. Pero nada peligroso, por suerte. En el centro del triángulo que formaban las huellas, la medición fue más alta incluso. A posteriori revisaron las marcas existentes en los árboles que rodeaban el punto de aterrizaje. Eran una especie de abrasiones o roces, todas en la cara de los árboles que daba al claro donde se había posado el objeto, y todas a la misma altura. Se tomaron muestras de la salvia que brotaba de las abrasiones, y se realizaron mediciones de radiación. En el lado de los troncos opuesto al claro la radiación era normal, pero en el lado de las abrasiones, el enfrentado al lugar del aterrizaje, el nivel de radiación era más alto. Como curiosidad te mencionaré que en la grabación, en el momento en el que el grupo se encontraba revisando los troncos, se escucha cómo reciben una llamada en la que les informan de que Burroughs y otros dos miembros del personal se habían presentado en la puerta Este y solicitaban permiso para unirse al grupo. Halt se lo denegó, y Burroughs y sus acompañantes solo llegaron al punto en el que se encontraban aparcados el resto de vehículos. Por curiosidad, se les ocurrió observar los árboles a través de sus visores nocturnos, y con sorpresa vieron que había una huella de calor en las abrasiones. Lo mismo sucedía en las huellas en el suelo y en el centro del triángulo que formaban. Bustinza estaba teniendo serios problemas con la radio para comunicarse con el centro de control, así que Halt decidió enviarle de vuelta a la base de Bentwaters para conseguir otros dos equipos de iluminación. De poco sirvió, pues una vez en el bosque, estos dos equipos tampoco funcionaron. De vuelta al lugar del aterrizaje, Halt volvió a conectar su grabadora para registrar que eran la 1:48 de la mañana, y que estaban escuchando el sonido de animales alterados que probablemente provenía de una granja que se situaba a unos 350 metros de allí. El personal que se encontraba en el punto de aparcamiento también percibió que los animales del bosque eran alterados por algo y comenzaban a hacer más ruido del habitual. El equipo en el punto de aterrizaje notó que el aire se cargaba de estática. Y el teniente Englund observó algo extraño tras los árboles, y comenzó a avanzar hacia el campo adyacente a la mencionada granja mientras avisaba al resto de que las luces habían vuelto. Ahora Halt también lo veía. Un objeto rojizo o anaranjado que flotaba a unos 3 o 4 metros del suelo. El objeto sería más pequeño que un coche, y parecía chorrear o desprender algo como si fuese metal fundido, e iluminaba la granja y se reflejaba en sus ventanas tan intensamente que esta parecía estar ardiendo. Al poco, el ovni se desplazó desde el campo hasta la línea de árboles del bosque, hacia el noreste de donde se encontraba el grupo de militares, y parecía moverse zigzagueando entre los árboles. La luz pulsaba, tenía forma ovalada, como de ojo, con una zona más oscura en su centro, tal y como la que había visto Nevels esa misma tarde. Entonces, Bustinza y el resto de los hombres que se encontraban en la zona de aparcamiento, visto que no eran capaces de hacer funcionar las luces, fueron requeridos para entrar al bosque e intentar localizar la luz. En sus declaraciones habla de varias luces de varios colores volando por la zona, de una neblina amarilla al ras de la rodilla, y de soldados desorientados por el pánico. Bustinza los mandó regresar y continuó para reunirse con Halt. El objeto observado por Halt y sus acompañantes volvió a abandonar el bosque para salir al campo de la granja. Nevels tomaba lecturas de radiación que parecían oscilar. Con su cámara tomó algunas fotos del objeto. Halt y Nevels treparon la valla que delimitaba el campo, y antes de que nadie más pudiera seguirles, el objeto se dirigió rápidamente hacia donde ellos estaban, y en ese trayecto, desapareció de manera instantánea. Halt afirma que lo vio explotar silenciosamente en 5 objetos y desaparecer. En una fracción de segundo. El equipo de Halt se terminó de saltar la valla y revisaron el campo en busca de huellas o rastros de aquello que parecía desprender aquel objeto, pero no pudieron apreciar nada reseñable. Tras esta rápida inspección se percataron de que, sobre sus cabezas, a una altura que estimaron en 300 metros, varios objetos (5 según Halt y 3 según Nevels) elípticos y levemente luminosos se mantenían estacionarios. Las comunicaciones por radio seguían siendo complicadas, y eso que encontrándose en campo abierto la señal debería haber sido buena. Hay que decir que los cinco miembros del equipo disponían de emisoras, y estaban operando en tres frecuencias distintas: La del puesto de mando, la del centro de control de seguridad y la de la policia militar. Pero aun así tenían muchas dificultades y finalmente utilizando como radioenlace a los que se encontraban en la zona de aparcamiento, consiguieron hablar con el puesto de mando para que solicitara información de la torre de control de tráfico aéreo de Bentwaters, de la del aeropuerto de Heathrow y de la base inglesa de Wattisham por si tenían a los objetos en el radar: La respuesta fue que no había nada en sus pantallas. A las 2:44 Halt registra en su grabadora que han descubierto la presencia de otro objeto de color rojo, casi en el horizonte, sobre la costa. Avanzando por el campo, cruzaron un arroyo que lo atravesaba, acabando empapados. Mientras los hombres mantenían vigilancia en los objetos que permanecían sobre sus cabezas, repentinamente estos desaparecieron. Entonces la frecuencia de radio del cuerpo de seguridad cobró vida. Los operativos destacados en la base de Bentwaters tenían tres objetos en el cielo sobre ellos. De una manera aparentemente imposible, los objetos se habían desmaterializado sobre la granja y se habían materializado sobre la base. Instantáneamente. Efectivamente, el grupo de Halt pudo comprobar que se veían tres objetos emitiendo luces de colores y realizando movimientos en formación al norte de su posición, que podían perfectamente estar situados sobre la base. Al sur de su posición se destacaban otros dos objetos. A las 3:15, Halt registra en su grabadora que uno de los objetos que se encontraban al sur, se desplaza rápidamente hacia la granja y se detiene en seco a bastante altitud sobre sus cabezas, y proyecta un haz de luz coherente, sin dispersión, como si fuese un láser, de unos 30 centímetros de diámetro, a 3 metros escasos de su posición. ¿Qué era aquello? ¿Un intento de comunicación? ¿Una advertencia? ¿Algún tipo de arma? Tan rápidamente como apareció, aquel haz de luz desapareció de repente, y el objeto que lo emitía retrocedió hacia el sur. Mojados y sin conseguir entender lo que estaba sucediendo, dieron por buena la orden de Halt de regresar a la base. Entonces pudieron ver que el objeto del sur se dirigía hasta la vertical de Bentwaters. Una vez allí, junto a los tres objetos que ya la sobrevolaban, comenzaron a proyectar los haces de luz sobre las instalaciones. Inmediatamente pudieron escuchar a través de la radio que en la base estaban observando también los rayos de luz. Los objetos estaban perfectamente sincronizados, realizando barridos con un patrón determinado, como si estuviesen buscando algo. Algo en la zona del almacén de armas de la base aérea de Bentwaters. Esto se prolongó durante 20 o 30 minutos. Resumiendo. 4 objetos sobrevolaban la base de Bentwaters emitiendo haces de luz sobre las instalaciones del almacén de armas, mientras que otro quinto objeto, se mantenía al sur, sobre la costa. Al llegar a la zona de aparcamiento, Halt fue abordado por Burroughs, que le insistió en pedirle permiso para visitar nuevamente el lugar del primer avistamiento. Finalmente Halt accedió y le dio permiso para acercarse con Bustinza, asegurando que, desde el lugar de aparcamiento, no llegaron a perder contacto visual entre los árboles con las linternas de la pareja en ningún momento. Pero aquí vuelve a surgir la discrepancia, pues Burroughs dice que aunque mintió a Halt, su intención no era visitar la zona del primer aterrizaje, pues al fin y al cabo, ya la había visitado anteriormente, sino aproximarse a la luz que según él se había acercado desde la costa en dirección a donde ellos se encontraban. Curiosamente Halt no menciona en ningún momento que ese quinto objeto, como lo hemos denominado, abandonase su posición en la costa, y menos aún para acercarse a su posición. Burroughs, tras una sesión de hipnosis, posteriormente en 1988 aseguró que él y Bustinza tuvieron un encuentro con la aquella luz, llegando incluso a ser abducido durante un momento. Halt asegura que desde la zona de aparcamiento no vieron nada extraño, y que ni Burroughs ni Bustinza mencionaron que algo extraño hubiera sucedido. La última entrada en la grabación de Halt se da a las 4 de la madrugada, y en ella menciona que uno de los objetos se ve sobre la base de Woodbridge emitiendo su haz de luz. A las 5 de la mañana, todos los efectivos habían abandonado ya el bosque y habían regresado a la base o a sus casas. Sin perder el tiempo, Monroe Nevels, como fotógrafo profesional, tenía su propio laboratorio, en el que se dispuso a revelar el rollo que había disparado esa noche. Pero cuál sería su sorpresa al comprobar que todo el rollo estaba velado.